sábado, 14 de septiembre de 2019

De cuerpo presente (1967)




Director: Antonio Eceiza
España, 1965, 80 minutos

De cuerpo presente (1967) de Antonio Eceiza


Cada nueva película de Antxon Eceiza que uno tiene ocasión de ver hace que se vaya afianzando, con mayor certeza, la absoluta evidencia del enorme talento que atesoraba uno de los mejores directores de su generación. Y si ya Último encuentro (1967), concebida a mayor gloria del bailarín Antonio Gades, fue una auténtica genialidad, De cuerpo presente (rodada en el 65, aunque no se estrenara hasta dos años después) alcanza la categoría de obra maestra.

Por eso sorprende que el cartel promocional de la misma (véase arriba, al frente de estas líneas) la definiese como "una película de humor, loca y disparatada", cuando la realidad es que se trata de una producción de Elías Querejeta que pretendía ir mucho más allá de las comedias al uso. De entrada, porque adapta una novela del también cineasta Gonzalo Suárez, pero, sobre todo, por ese aire entre onírico y absurdo que acaba desembocando en una persecución policíaca que, en determinados momentos, intenta emular la estética de Jean-Luc Godard.

Enna (Françoise Brion)

Moribundo o cataléptico, Nelson Braine (Carlos Larrañaga) recorre en pijama su frenética odisea, la pesadilla de un sátiro irresistible para las mujeres que se verá acosado por unos y por otros hasta dar con sus huesos en el interior de un bidón lleno de un líquido rojo que bien pudiera ser sangre. Así de increíble y así de ilógico: la acción arranca dentro de un ataúd, en la penumbra de un velatorio, para, ochenta minutos más tarde, culminar en un estudio cuya colorida decoración pop contrasta vivamente con el blanco y negro del resto del metraje.

Tal vez sea tarea inútil buscarle algún significado al guion de Eceiza, Querejeta y Francisco Regueiro. O puede que, por contra, su mensaje sea de una claridad meridiana. Quizá baste con analizar la primera frase pronunciada por el protagonista para darse cuenta de cuál es el tema en De cuerpo presente: "Estoy perfectamente muerto. No puedo mover ni la lengua, ni un dedo. Debo de estar muerto. Sin embargo, no me resigno. En realidad, si me muevo, es que estoy vivo. ¡Tengo que moverme!" Una quietud forzosa, como la impuesta por el régimen franquista, bajo la apariencia críptica —subrayada por la vanguardista partitura de Luis de Pablo que sirve de banda sonora— de un filme de arte y ensayo. Curiosa lectura, incendiariamente subversiva, según la cual el pijama de rayas de Nelson podría simbolizar un traje de presidiario.


2 comentarios:

  1. No he visto la película pero comparto tu interés por el cine español de vanguardia de los años sesenta.

    Saludos.

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    1. Si sientes curiosidad por verla, estará disponible hasta el viernes en la web de RTVE.

      Saludos.

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