Título original: Jusqu'ici tout va bien
Director: Mohamed Hamidi
Francia/Bélgica, 2019, 90 minutos
Bienvenidos al barrio (2019) de Mohamed Hamidi |
Probablemente habría que ser parisino o conocer muy de cerca la realidad francesa para captar al cien por cien todos los matices de una cinta que, como Jusqu'ici tout va bien, basa su comicidad en las diferencias de clase y religión. Aunque, bien pensado, también por aquí se dan circunstancias vagamente similares, de modo que no sería descabellado imaginar una versión local que, en lugar de en La Courneuve, transcurriese en La Mina o en cualquier otro barrio que arrastre el estigma de conflictivo.
Sin embargo, y volviendo a los entresijos de la sociedad gala, de un tiempo a esta parte, son cada vez más las voces críticas con un modelo de convivencia que, a la postre, se ha revelado del todo insuficiente a la hora de integrar a los hijos de la inmigración en un proyecto nacional común: franceses de segunda y aun tercera generación que, al sentirse relegados a los límites de su faubourg, acaban desarrollando una creciente desafección hacia los valores teóricamente democráticos del laicismo republicano.
A este respecto, el filme de Mohamed Hamidi pretende construir puentes entre dos mundos que tradicionalmente se han dado la espalda: por una parte, los ejecutivos acomodados de las zonas más chic de la capital (este sería el perfil del personaje de Gilles Lellouche) y, por otra, los jóvenes de origen musulmán de las barriadas marginales, encarnados por el ingenuo Samy (Malik Bentalha). De hecho, hacer que una moderna agencia publicitaria se vea forzada a instalarse en La Courneuve es un planteamiento que recuerda, y mucho, al utilizado por Dany Boon en la ya célebre Bienvenue chez les Ch'tis (2008), por lo que los distribuidores españoles no se han cortado ni un pelo a la hora de traducir Jusqu'ici tout va bien ('Hasta aquí todo va bien') como Bienvenidos al barrio.
Cabe, por último, preguntarse si este tipo de filmes ayuda realmente a deshacer tópicos o si, por contra, con su particular sentido del humor (basado en gags que los explotan) contribuye aún más a propagarlos. Puede que las mafias que operan en los suburbios no sean tan enrolladas como la de Bibiche (Karim Belkhadra) ni todos los publicistas tan comprensivos como Fred Bartel (Lellouche), pero, en todo caso, no se puede negar el carácter bienintencionado de un guion que, a ritmo de Barry White, pretende vencer reticencias en aras de una mayor tolerancia.
Hola Juan!
ResponderEliminarMe parece muy interesante esto que planteas. Mucho antes de la aparición de "los chalecos amarillos" habia leido algo en relación con este asunto, por lo general me gusta leer diferentes opiniones y luego formarme la mia propia. Dificil es desde la distancia como bien dices apreciar ciertos detalles y guiños, a veces estas historias en clave tan local no logran el favor del publico. A mi esos titulos que se sacan de la manga las distribuidoras me superan...
Esta me la anoto, me resulta interesante esa historia.
Saludos!
Habría que situar esta peli en el contexto convulso de la Francia posterior a los brutales atentados terroristas de los últimos años. Se trata, por ello, de un filme "con mensaje", pese a que dicha moralina resulte un tanto discutible por lo ingenuo de su planteamiento.
EliminarUn abrazo,
Juan