miércoles, 11 de septiembre de 2019

El baile de los vampiros (1967)




Título original: Dance of the VampiresThe Fearless Vampire Killers or Pardon Me, but your teeth are in my neck
Director: Roman Polanski
Reino Unido/EE.UU., 1967, 108 minutos

El baile de los vampiros (1967) de Roman Polanski


Entre otras muchas cosas, Dance of the Vampires (rebautizada en Estados Unidos con el más prolijo título de "Los intrépidos asesinos de vampiros o disculpe, pero sus dientes están en mi cuello") fue la película gracias a la cual Polanski conoció a Sharon Tate. También supuso la incursión del cineasta polaco en un género, el de la parodia de los filmes de terror, que un año más tarde (y ya con mayor seriedad) abordaría sin tintes de comedia en La semilla del diablo (Rosemary's Baby, 1968).

Desde un buen comienzo, con el legendario león de la Metro transfigurándose en el dibujo animado de un draculín de tez verdosa, se da a entender que la lógica interna del relato que está a punto de empezar consiste, precisamente, en la subversión de los tópicos tradicionalmente asociados a las cintas cuya acción transcurre en Transilvania: gélidos paisajes nevados, castillos rebosantes de telarañas, ristras de ajos por doquier, lugareños suspicaces, ataúdes que sirven de lecho (o de trineo, según se tercie) y estacas afiladas con el objetivo de atravesar el corazón de algún endriago.



A este respecto, poco importa que la pareja protagonista sea tan patosa que a duras penas pueda afrontar con garantías de éxito la misión científica que los conducirá hasta el interior de la morada del Conde von Krolock (Ferdy Mayne): ni el estrambótico profesor Abronsius (Jack MacGowran) ni su joven ayudante Alfred (Roman Polanski) han sido concebidos, como personajes, con otro objetivo distinto al de producir la carcajada del espectador.

He ahí donde radica el mérito de una puesta en escena que acierta a identificar cuáles son los elementos definitorios del género, pero sin llegar a ridiculizarlos plenamente. En ese sentido, resultan, quizá, mucho más extravagantes algunas producciones surgidas de la factoría Corman por aquellas mismas fechas y rodadas, como Dance of the Vampires, en estudio, si bien exentas del tono moderadamente elegante y de la inteligencia que el tándem Polanski-Brach supo conferir a este clásico del cine de finales de los sesenta.


4 comentarios:

  1. Que tal Juan!
    La tengo bastante olvidada la verdad, diria que en su momento no me dejo una huella importante por lo que no volvi a ponerme con ella. Ya que la mencionas, para mi la pelicula que hizo al año siguiente sigue siendo una maravilla, anda que no mete miedo ver a esa vecina por la mirilla...jeje
    Saludos!

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    1. Bueno: es un divertimento bastante bien hecho, si bien es cierto que "La semilla del diablo" la supera en espectacularidad.

      La anciana a la que te refieres es Ruth Gordon, que en la vida real fue guionista antes que actriz: de hecho, ella y su marido Garson Kanin escribieron, entre otros éxitos, "La costilla de Adán" en 1949. Y, a pesar de sus muchas nominaciones, el único Óscar que ganó fue por ese papel de vecina que a ti te da tanto yuyu...

      Venga, Fran. Nos vemos.

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  2. Otro título curioso de su director que gana en cada visionado.

    Saludos.

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    1. Y una de las primeras películas que recuerdo haber visto en mi vida, lo cual le confiere un valor especial.

      Un abrazo.

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