Director: Terence Davies
Reino Unido/Luxemburgo, 2015, 135 minutos
Sunset Song (2015) de Terence Davies |
Un campo de trigo candeal, áureo y radiante bajo el sol del estío, inunda la pantalla como una promesa en la escena inicial de Sunset Song (2015). Y al emerger la protagonista de entre las espigas cual sirena en un mar de magma candente a uno se le vienen de inmediato al pensamiento similares imágenes del cine de Terrence Malick. ¿Qué debe de tener el nombre Terence (con una o con dos erres), que todos los directores que lo llevan se sienten obligados a retratar el ciclo de la vida?
En todo caso, el inglés Davies se muestra algo menos pomposo que su homólogo americano, quizá porque la adaptación de este clásico de Lewis Grassic Gibbon (1901–1935) es en realidad un alegato antibelicista en el que el adusto paisaje escocés (rodado en Nueva Zelanda) sirve de marco para denunciar hasta qué punto puede la guerra embrutecer a los hombres.
Hija de un padre bestial (Peter Mullan) que traumatiza a los miembros de la familia, Chris (Agyness Deyn) verá cómo su marido regresa del frente habiéndose convertido en una similar alimaña. Lo cual adquiere mayor relevancia si se tiene en cuenta que Ewan (Kevin Guthrie) se siente obligado a alistarse por la presión que sobre él ejercen los demás vecinos del pueblo.
Auténtica madre coraje, los sinsabores de la vida de Chris la acabarán curtiendo pese al papel sumiso que aquella sociedad reservaba a la mujer. Viéndola enfrentarse a las penalidades que le depara el destino, ya sea en forma de caballos que se escapan durante una tormenta, el envenenamiento de la madre, los maltratos del padre o del esposo, es fácil pensar en la Scarlett O'Hara de Lo que el viento se llevó, sobre todo si el cartel de la película (véase más arriba) nos lo pone tan a huevo.
En todo caso, el inglés Davies se muestra algo menos pomposo que su homólogo americano, quizá porque la adaptación de este clásico de Lewis Grassic Gibbon (1901–1935) es en realidad un alegato antibelicista en el que el adusto paisaje escocés (rodado en Nueva Zelanda) sirve de marco para denunciar hasta qué punto puede la guerra embrutecer a los hombres.
Hija de un padre bestial (Peter Mullan) que traumatiza a los miembros de la familia, Chris (Agyness Deyn) verá cómo su marido regresa del frente habiéndose convertido en una similar alimaña. Lo cual adquiere mayor relevancia si se tiene en cuenta que Ewan (Kevin Guthrie) se siente obligado a alistarse por la presión que sobre él ejercen los demás vecinos del pueblo.
Auténtica madre coraje, los sinsabores de la vida de Chris la acabarán curtiendo pese al papel sumiso que aquella sociedad reservaba a la mujer. Viéndola enfrentarse a las penalidades que le depara el destino, ya sea en forma de caballos que se escapan durante una tormenta, el envenenamiento de la madre, los maltratos del padre o del esposo, es fácil pensar en la Scarlett O'Hara de Lo que el viento se llevó, sobre todo si el cartel de la película (véase más arriba) nos lo pone tan a huevo.
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