martes, 7 de marzo de 2017

El señor Henri comparte piso (2015)




Título original: L'étudiante et Monsieur Henri
Director: Ivan Calbérac
Francia, 2015, 98 minutos

« N'attrape pas froid ! »

El Sr. Henri comparte piso (2015)


Hace una semana, comentando Manual de un tacaño, nos preguntábamos cuál sería el siguiente de los arquetipos creados por Molière en inspirar alguna comedia francesa de éxito. Y la respuesta no ha tardado en llegar, puesto que hasta los menos avispados sabrán percibir el ascendente ejercido por Le Misanthrope sobre L'étudiante et Monsieur Henri (estrenada comercialmente entre nosotros con el título de El Sr. Henri comparte piso).

Curiosamente, ambos filmes comparten algo más que su indudable fuente de inspiración clásica: se trata de la presencia de la joven actriz Noémie Schmidt, claro valor en alza del cine francés. Si en la peli de Fred Cavayé era la hija del avaro, un año antes (en lo que supuso su largometraje de debut) había encarnado a Constance Piponnier, la joven de Orléans, hija de un mercader de hortalizas, que decide trasladarse a París y que irá a topar con el huraño viudo Henri Voizot (Claude Brasseur). En un principio reacio a admitir a nadie en sus dominios, el anciano se acabará, sin embargo, dulcificando un tanto a raíz de alquilarle una habitación a la estudiante y convivir con ella.

Pero el señor Henri, como misántropo de libro que es, nunca abandonará del todo la acrimonia que lo caracteriza, en especial en lo concerniente a su hijo y a su metódica nuera Valérie (Frédérique Bel), a la que detesta. De hecho, hasta intenta convencer a Constance de que seduzca a Paul (Guillaume de Tonquédec) para así destruir el matrimonio. Y como ésta va necesitada de dinero... Además, ya antes la hemos visto liada con su profesor de autoescuela, con lo que el espectador no se sorprende de la posible relación con un hombre mayor que ella.



Aparte del motivo del eterno cascarrabias, es en Constance en la que encontramos otros temas de interés. Como, por ejemplo, que su nombre de pila no es casual, pues a pesar de haber suspendido cinco veces el carné de conducir o la asignatura que le falta para terminar la carrera, ella no se rinde (no pierde la "constancia"). Y tampoco en su sueño, alentado por el octogenario Henri, de convertirse en compositora. En esto último, se gana la confianza del abuelo tras interpretar en el piano que fue de su difunta esposa el Adagio en re menor de Alessandro Marcello en la conmovedora transcripción de Bach. Y como ésta falleció al caer por una ventana como consecuencia de su afición por la bebida, no es extraño que Monsieur Henri intente evitar ahora que Constance ahogue sus penas en el alcohol. Porque, por más acritud que desprendan a veces sus palabras, lo que le ocurre en realidad a este hombre es que su manera de decir "te quiero" o "me importas" es "no hagas esto", "no hagas lo otro" o simplemente "¡abrígate, que te vas a resfriar!"

Pieza teatral antes que película, ambas a cargo del bretón Ivan Calbérac, por su planteamiento basado en el retrato amable de los conflictos entre padres e hijos o en la problemática derivada de la convivencia forzosa de personajes pertenecientes a distintas generaciones, El Sr. Henri no sólo comparte piso sino también algunos puntos en común con la reciente Retour chez ma mère de Éric Lavaine, que ya tuvimos ocasión de analizar hace algunas semanas.


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