sábado, 4 de marzo de 2017

Yanki, No! (1960)




Director: Robert Drew
EE.UU., 1960, 60 minutos

Yanki, No! (1960) de Robert Drew


¡Fidel, Fidel! / ¿Qué tiene Fidel, / que los americanos / no pueden con él? Y Castro se crece, espoleado por la muchedumbre enardecida que colma hasta rebosar los setenta y dos mil metros cuadrados de la Plaza de la Revolución en La Habana. Porque ese hombre que ajusta y reajusta hasta la saciedad el cuello flexible de los micrófonos tras los que se parapeta mientras arenga a las masas es, sin embargo, hasta ese momento, un perfecto desconocido para el público norteamericano. Yanki, No! será su carta de presentación ante la opinión pública de los Estados Unidos.

Originariamente concebido como episodio de la serie televisiva Close-Up!, mediante este documental de una hora de duración y dirigido por Robert Drew a partir de las imágenes filmadas por Albert Maysles y Richard Leacock se intentaba profundizar en los motivos que originan el fuerte sentimiento antiestadounidense entre amplios sectores de la sociedad latinoamericana, especialmente en Cuba y Venezuela.

Del primero de dichos países nos llega el testimonio del pescador Jesús Marero y su familia, precisamente coincidiendo con el traslado desde la misérrima barraca en la que vivían hasta la flamante casa que les ofrece el gobierno. Para ellos, el régimen castrista ha supuesto una bendición. Por eso, los chicos de la casa desfilan por los pasillos de su nueva morada clamando alegremente "¡Cuba sí, yanki no!"

Otro de los momentos estelares del documental tiene lugar en San José de Costa Rica durante la VII Conferencia de Cancilleres de la Organización de Estados Americanos. Es el 16 de agosto de 1960 y la OEA promulga una declaración de aislamiento contra Cuba. La delegación cubana abandona entonces el recinto profiriendo a voz en grito su disconformidad. No están solos: les apoya Ignacio Luis Arcaya Rivero, a la sazón Ministro venezolano de Relaciones Exteriores. Por ese gesto, el presidente Rómulo Betancourt le obligará a dimitir de su cargo. Ya en Caracas, Arcaya y su hijo mayor (de veinte años) denunciarán frente a las cámaras de la ABC y en un perfecto inglés la pobreza que se vive en los barrios de chabolas de dicha capital.

Un debate entre alumnos universitarios y la entrevista a un marinero ruso en La Habana completan el material del que se sirven los autores del filme para aportar su particular visión del tema en clave de Cinéma vérité.

Parecidos razonables: Castro y el Júpiter de Ingres

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