sábado, 18 de marzo de 2017

La ciudad de las estrellas (La La Land) (2016)




Título original: La La Land
Director: Damien Chazelle
EE.UU./Hong Kong

La ciudad de las estrellas (2016)

¿Qué podemos añadir después de lo mucho que ya se ha dicho a propósito de La La Land? Y, sin embargo, la pregunta que por de pronto nos asalta es otra muy distinta: ¿qué sentido tiene rodar un emotivo homenaje al Hollywood clásico (en especial a los musicales) y al jazz si para la inmensa mayoría de espectadores esos referentes son prácticamente desconocidos? Y la respuesta es tan cruda como demoledora: la operación La La Land (porque operación de mercadotecnia es, a fin de cuentas) viene a ser la misma que se llevó a cabo con The Artist (Michel Hazanavicius, 2011).

Así que nadie se llame a engaño: por más Óscar que haya recibido (fuese montaje o no la pifia de los sobres), por muchos millones que recaude, La ciudad de las estrellas no va a hacer que se revalorice la época dorada del séptimo arte, del mismo modo que el triunfo de la francesa The Artist no supuso que la gente se precipitase a descubrir el cine mudo. La clave, al respecto, nos la da Sebastian (Ryan Gosling) cuando afirma aquello de "That's LA.: They worship everything and they value nothing". Sólo que en lugar de Los Ángeles debiéramos decir el público, que todo lo adora sin valorar nada.



Dicho lo cual, hay que reconocer la habilidad del mitómano Damien Chazelle a la hora de convertir su monomanía en buenas películas. Porque, de momento, y a pesar de su juventud, los tres largometrajes que ha dirigido giran en torno al mundo del jazz. Y no sólo eso, sino que, además, en La La Land hay varios guiños en relación a Whiplash, su anterior película, siendo la intervención de J.K. Simmons en un breve papel el más destacable.

Pero La La Land es, sin embargo, mucho más que jazz y musicales: por encima de todo es un filme sobre la feroz competitividad en el implacable camino hacia el estrellato. Para acabar descubriendo, una vez alcanzada la cumbre, que en realidad el éxito no es ninguna ganga. También es la historia de una pareja condenada al desencuentro, de lo que pudo haber sido y no fue: de cómo, al igual que acontecía en Les parapluies de Cherbourg, una de las fuentes de inspiración de Chazelle (hijo, por cierto, de francófonos), el destino a veces se alía en contra de los enamorados.

La estructura, por último, con la que el director dota a su guion es digna de ser tenida en cuenta, con tramas que discurren en paralelo hasta converger en un mismo punto para luego rebobinar y mostrar los sueños de los personajes a la vez que se enfrentan a la realidad despiadada: un perfecto engranaje, milimetrado hasta el más mínimo detalle con la finalidad de tocarnos la fibra.


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