sábado, 11 de marzo de 2017

Ángela es así (1945)




Director: Ramón Quadreny
España, 1945, 71 minutos

Ángela es así (1945) de Ramón Quadreny


Con un aire innegable de revista del Paralelo, Ángela es así fue una de aquellas comedias de los años cuarenta, rodadas en cadena en los estudios Trilla Orfea de Barcelona bajo la égida de Iquino o (como es el caso) del productor Aureliano Campa y el director Ramón Quadreny, e invariablemente protagonizadas por Josita Hernán y secundarios del estilo de Paco Martínez Soria (ausente del reparto en esta ocasión), Mary Santpere o el histriónico Fernando Freyre de Andrade.

Poco se puede decir de su típico argumento de enredo más que fue escrito conjuntamente por Joaquín Abati y Carlos Arniches, algo de lo que dan fe unos diálogos afilados y repletos de chistes (unos más afortunados que otros). También se incluye, como no podía ser menos, un par de canciones. Es especialmente llamativa, dadas sus alusiones cinematográficas, la que canta el personaje de Mary (interpretado por Gema del Río) y cuya letra, que no tiene desperdicio, dice así:

Si fuese Claudette Colbert 
o la Hedy Lamarr
tendría la voz ronca 
de tanto fumar.

Si fuese Greta Garbo 
o la Marlene Dietrich 
sería vampiresa 
de mucho postín...

Y todo para acabar apostillando: "Si algún día yo me caso, he de hacerlo con un hombre de mucho parné. No me importa que me llamen vampiresa de ocasión. Sólo anhelo que me compren una casa con ascensor."

Gema del Río (Mary) en plena actuación


Vemos, por consiguiente, de qué pie calzan las "amistades" de las que se rodea el soltero de oro Gonzalo Rivera (Fernando Fernández de Córdoba): mujeres frívolas que únicamente codician su fortuna o galancetes de medio pelo como Manolo (un jovencísimo Jorge Mistral en la que apenas era su segunda película). De modo que tendrá que venir desde el internado de Suiza la vivaracha Ángela para meter en vereda al díscolo de su tío. Un torbellino de muchacha aparentemente todo simpatía y extraversión, pero que no deja de ser la píldora moralizante que justificaba semejante planteamiento.

Al mismo tiempo, y en paralelo a la historia de sus señores, también acabarán enamorándose el mayordomo Baldomero y la fámula doña Cloefé. O sea: la Santpere y Freyre de Andrade haciendo de las suyas. La primera como criada vascuence que habla perfectamente el francés, pero no así el castellano (lengua que le plantea algún que otro problema); el segundo, en su típico papel de sirviente fiel aunque atolondrado.

Ni es la bruja de El Mago de Oz ni tampoco una amish: es Mary Santpere

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