domingo, 5 de marzo de 2017

Falsch (1987)




Directores: Jean-Pierre y Luc Dardenne
Bélgica, 1987, 82 minutos

Falsch (1987)


Unos compases de la Noche transfigurada de Schönberg servían para dar inicio al primer largometraje de ficción de los hermanos Dardenne. Falsch, adaptación de la obra teatral homónima de René Kalisky, se rodó de noche en el aeropuerto de Ostende. De ahí la frialdad de un filme que, dicho sea de paso, aún dista muchísimo de la fórmula depurada que han hecho célebre sus creadores: vista con la perspectiva de los años, no sólo se ve muy de los ochenta sino que tal vez abusa de la música incidental a base de sintetizador y cajas de ritmo. Por no hablar del entonces toque postmoderno (y hoy bastante ridículo) del, pongamos por caso, orondo señor ataviado con pajarita que baila en mitad de la soledad de un aeródromo vacío.

Pero, gradualmente, la acción se irá decantando hacia el drama más amargo: el de los fantasmas que, a lo Pedro Páramo, pueblan la escena. Joe (Bruno Cremer) es el único superviviente de una familia judía que sucumbió al horror del holocausto nazi. Los Falsch, exiliados en Inglaterra o Palestina, acabarían pereciendo bajo las bombas de Berlín cuando no en los campos de concentración. De modo que Joe, que ha viajado solo en un avión de hélices, deberá enfrentarse a un último ajuste de cuentas con todos ellos cuarenta años después.

Fragmentos del Oratorio de Auschwitz de Krzysztof Penderecki, Kaiser Walser (de nuevo de Arnold Schönberg) y la canción "Swanee" de Al Jolson, en referencia a uno de los personajes, que lleva la cara pintada de negro como el Cantor de Jazz, completan la banda sonora de una película más teatral que cinematográfica, más onírica que realista. De hecho, los propios hermanos Dardenne reconocían en el dossier de prensa de la época: "Dans cette adaptation, nous essayons d'être fidèles à cet adage selon lequel le privilège d'une œuvre adaptée est de pouvoir naître deux fois".


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