Director: Ladislao Vajda
España, 1951, 74 minutos
Séptima página (1951) de Ladislao Vajda |
En una ciudad cualquiera y en el espacio de una breve jornada, unos seres sin más aliento que el de sus propias vidas se salvan o perecen en un mar de pequeñas pasiones. De cerca, todos ellos son protagonistas. Héroes incluso. De lejos, sus fisonomías se borran, sus palabras se apagan y sus historias pierden interés. Son simples comparsas. La vida es demasiado difícil para el que la vive, y demasiado sencilla para el que la contempla...
Texto introductorio
Narrado por Fernando Rey
He aquí lo que suele denominarse una película coral, de marcada estructura circular, con la participación de cuantiosos secundarios (algunos, como Pepe Isbert o Manolo Morán, en fugaces apariciones). Una pluralidad que no se limita únicamente a personajes y actores, sino que sobre todo afecta a la variedad y diversidad de los asuntos que se abordan: números musicales y glamurosas coreografías en locales de baile, planes de boda que se hacen y se deshacen entre familias de alto copete, banqueros con amante, esposas adúlteras, ingenuos estudiantes de medicina, camareros resentidos, serenos con aspiraciones, criadas con cofia, policías afables, reporteros taciturnos, novios juerguistas, sórdidas hospederías, lujosas mansiones, vividores, carteristas y hasta el teatro de marionetas del Retiro.
Su título, Séptima página, alude al lugar habitualmente reservado a la crónica de sucesos y los ecos de sociedad en el diario La jornada, cuya redacción es uno de los espacios en los que se desarrolla la trama. El arranque del filme, en un alarde de maestría, nos muestra al melancólico Méndez (Adriano Domínguez) entrando por la puerta principal: al fondo, un reloj marca la medianoche (momento de máximo trajín antes del cierre de la edición); el hombre se detiene tras un periodista que, absorto en su tarea, escribe frenéticamente a máquina y Méndez introduce la mano en el bolsillo de la americana del otro, de donde extrae un paquete de cigarrillos. Por la naturalidad y presteza con la que actúa se pueden deducir dos cosas: que Méndez es un consumado gorrón (más adelante, un compañero bromeará sobre su costumbre de irse sin pagar el café) y que dicha circunstancia se repite con bastante frecuencia (de ahí que el afectado ni se inmute). El guiño se cerrará, ya al borde del desenlace, cuando Méndez pretenda de nuevo fumar gratis y encuentre el bolsillo vacío... porque el otro tipo —suponemos que harto, pero igualmente impertérrito— ha cambiado el tabaco de sitio...
Maruja (Anita Dayna) |
Y es que, pese al desconsuelo que aflige a buena parte de los protagonistas, Séptima página contiene un raro sentido del humor. Particularmente ingeniosos son los diálogos, escritos por Ángel Gamón y José Santugini. Como cuando el avispado Dieguito (Raúl Cancio) se apresura a dar la buena nueva a Fernando (Rafael Arcos) y a su padre (Manuel Arbó) de que ha solucionado lo de las nupcias de aquél con Isabelita:
DIEGUITO: Ea, ya está. ¡Vini, vidi, vinci!
FERNANDO: ¿Y qué es eso?
DIEGUITO: Latín.
También tiene guasa la obsesión del sereno convaleciente (un bigotudo Manolo Morán) por salir en los papeles y el fervor novelesco que le añade a su relato. O la escena, digna de un Jardiel o de un Mihura, en la que Pepe Isbert les vende un bolso a Leonor (María Asquerino) y a Paco (Alfredo Mayo):
VENDEDOR: Vea éste.
LEONOR: ¿Cocodrilo también?
VENDEDOR: Mejor aún: imitación. Una imitación auténtica.
LEONOR: ¿Y dice usted que es mejor?
VENDEDOR: Sí, señora. A pesar de lo cual, cuesta lo mismo que este otro que es cocodrilo legítimo.
PACO: Pues no lo comprendo.
VENDEDOR: Tenga en cuenta que la mano de obra ha subido muchísimo. Que las imitaciones hay que hacerlas y los cocodrilos están hechos. Es más fácil cazar cocodrilos que fabricarlos.
PACO: Como que los cocodrilos no se fabrican.
VENDEDOR: Ahora sí. Vea éste: de antes de la guerra.
LEONOR: ¿El modelo?
VENDEDOR: El cocodrilo. Por ser para usted, 2500 pesetas.
PACO: ¿Y por ser para mí, que es el que va a pagar?
VENDEDOR: Lo mismo. ¡Un bolso para toda la vida!
LEONOR: Sería demasiado.
PACO: Nos quedaremos con éste, aunque sea de cocodrilo legítimo.
LEONOR: Pero es muy caro.
VENDEDOR: Bien. Lo pondré en una cajita.
LEONOR: No, no hace falta: lo llevaré así mismo.
VENDEDOR: Como quiera, señora. Gracias.
Sin embargo, el mayor interés que hoy pueda conservar Séptima página no proviene tanto de sus réplicas brillantes o de una débil trama policíaca, sino de todo ese submundo que Vajda se atreve a mostrar, de habitaciones realquiladas cuya cochambre salta enseguida a la vista, pobres diablos que viven de pegar el sablazo, potentados en bancarrota y querida con piso puesto en la Avenida de las Acacias. Todo un microcosmos, aderezado con la banda sonora del malogrado Jesús García Leoz (1904–1953) y la fotografía de Willy Goldberger (1898–1965), que el cinéfilo observador tendrá ocasión de advertir, perfectamente consignado, en las columnas del diario que Méndez y la telefonista (Carlota Bilbao) hojean en la última escena, mientras él concluye diciendo: "¡Bah! ¡Lo de todos los días!"
Alfredo Mayo (derecha) junto a una talla africana |
Que tal Juan!
ResponderEliminarPues esta me la anoto y le pongo asterisco, me ha parecido muy interesante lo que nos cuentas. Al hilo de esos estupendos y brillantes dialogos, ¿no los notas en falta en el cine actual?
Agradecido por estas recomendaciones, feliz semana!
¡Hola, Fran!
EliminarPues no: no hecho en falta ese tipo de diálogos porque ya están las pelis y obras de teatro antiguas para disfrutar de ellos. Aunque si lo que quieres decir es que el cine actual es sensiblemente más insulso que el clásico, en eso te doy toda la razón.
A pesar de los aspectos positivos que resalto en mi texto, ten en cuenta que en el guion de "Séptima página" subyace una visión terriblemente conservadora de la mujer, de ahí que la adúltera deba morir y la querida de un amante no pueda casarse con un chico bien de pueblo.
Si a pesar de todo (y del spoiler que te acabo de hacer) sigues queriendo ver la película, date prisa porque estará colgada en la web de RTVE hasta el viernes.
Saludos,
Juan