Título original: Lured
Director: Douglas Sirk
EE.UU., 1947, 102 minutos
El asesino poeta (1947) de Douglas Sirk |
Aun siendo un título menor dentro de la filmografía del hoy revalorizado Douglas Sirk, El asesino poeta mantiene intacto su encanto de producción independiente de cine negro. De hecho, se trata de un mero remake de una película que otro alemán trotamundos, Robert Siodmak, dirigió en Francia en 1939: Pièges. Condenada durante años a ese extraño limbo al que van a parar los filmes cuyos derechos de exhibición no queda muy claro a quién pertenecen, actualmente goza de mayor visibilidad gracias al interés, entre otros, de los hermanos Coen.
Su escueto título original (Lured: algo así como "Atraído" o "Tentado con un señuelo") alude al papel que juega en el argumento el personaje interpretado por Lucille Ball, una bailarina americana de cabaré a la que Scotland Yard convence para que actúe como gancho que llame la atención del criminal en serie que está sembrando el pánico en Londres. Un psicópata obsesionado con muchachas jóvenes y bonitas a las que capta a través de los anuncios de contactos en la prensa y que tiene, además, la particularidad de notificar sus crímenes enviando versos de Baudelaire a la policía.
Boris Karloff (1887-1969) en el papel de Charles van Druten |
Lo bueno del caso es que alguno de esos poemas no es del autor de Les fleurs du mal, sino del que fuera amigo y amante de Oscar Wilde: Lord Alfred Douglas (1870–1945). Detalle altamente significativo, toda vez que pone de manifiesto un cierto toque humorístico y que está presente desde en la cara de chiste del inspector Temple (Charles Coburn) hasta en alguna de las réplicas de la susodicha señorita Carpenter (Lucille Ball). Como cuando le espeta a su guardaespaldas, que la instiga para que abandonen inmediatamente la lujosa sala de conciertos en la que se hallan y donde se va a ejecutar la Sinfonía nº 8 de Schubert: "¡Quisiera quedarme y, por una vez, escuchar una orquesta para la que no estoy obligada a bailar!"
Sin embargo, uno de los momentos más célebres (si no el que más) de esta extraña cinta repleta de episodios que se desvían de la trama principal (y que no conducen a nada) es la breve aparición de Boris Karloff encarnando a un inquietante personaje salido de las brumas londinenses y llamado Charles van Druten. El suyo es un papel más que secundario cuya finalidad debió de ser, sin duda, servir de reclamo para que la película se vendiese mejor. Y a buena fe que lo consiguió, si se tiene en cuenta que, más de siete décadas después, su presencia sigue siendo uno de los alicientes de Lured.
Hola Juan!
ResponderEliminarEstaba leyendo tu reseña y estaba seguro de haberla visto pero no, le he dado un vistazo al inicio (gracias por el enlace) y creo que no, en todo caso me la vere seguro. Me estaba fijando en esa foto de Boris Karloff y no se que me da mas miedo, si su cara o el candelabro con las telarañas... Me gusta especialmente George Sanders, sobre todo esa manera de hablar tan particular.
Saludos!
Pues nada: espero que te guste. No es que sea nada del otro mundo, pero tiene su encanto. Ahora, eso sí: a mí me da más miedo George Sanders con su cara de palo (siempre la misma en todas sus pelis) que el entrañable William Henry Pratt (nombre real de Boris Karloff).
EliminarGracias por pasarte y por dejar un comentario.
Saludos,
Juan