martes, 11 de diciembre de 2018

The James Dean Story (1957)
















Título en español: La historia de James Dean
Directores: George W. George y Robert Altman
EE.UU., 1957, 81 minutos

The James Dean Story (1957) de George W. George y R. Altman

Con el aliciente de haberse rodado apenas dos años después de la trágica muerte del actor en accidente automovilístico y a base de fotografías estáticas exploradas dinámicamente (técnica, por entonces, de lo más innovador), el documental The James Dean Story abordaba una de las figuras más icónicas de la historia del cine cuando su propia leyenda estaba aún en ciernes. Amigos, vecinos, profesores y familiares (con la significativa ausencia del padre) ofrecen su testimonio ante las cámaras en primera persona.

Preguntado sobre cuál era el origen del talento de Jimmy, uno de sus tíos en la granja de Fairmount, Indiana, donde se crió responde: "¿Y por qué hay marranas que dan a luz camadas de siete gorrinos y otras de quince? ¿Quién sabe? Misterios de la naturaleza..." El comentario, que no tiene desperdicio, pone de manifiesto bien a las claras una de las constantes en la vida del malogrado intérprete: el brutal contraste entre una sensibilidad fuera de lo común y el prosaísmo de su entorno más inmediato.



Porque el retrato que ofrecen Altman y George es el de un gran tímido, deseoso de comunicarse con los demás, pero, al mismo tiempo, atormentado por el inmenso vacío que dejó en su vida la muerte de la madre cuando él sólo tenía nueve años. "No era un chico como los demás", comenta otro de los lugareños de Fairmount, "porque él tenía valores espirituales". En realidad, el filme deja entrever, mediante diferentes insinuaciones de carácter eufemístico, la más que probable homosexualidad del personaje, tema tabú a finales de los cincuenta, pero que podría encontrarse en la base de su mítica rebeldía "sin causa".

En cualquier caso, James Dean tuvo muy claro desde un principio que un actor debía ser, ante todo, un intelectual, motivo por el que se matricularía en la UCLA y, posteriormente, en el Actor's Studio de Lee Strasberg y Elia Kazan. Veinticuatro años y tres películas (la última de las cuales, Gigante, estrenada póstumamente) son, a decir verdad, un legado escaso, aunque más que suficiente para haber hecho de él un mito imperecedero cuya estrella sigue brillando, sin embargo, como el primer día.


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