Director: Antonio Santillán
España/Francia, 1958, 81 minutos
Cita imposible (1958) de Antonio Santillán |
Antonio Santillán, el director maldito por excelencia del cine español, centró en el género policíaco la mayor parte de su hoy olvidada filmografía. Menos lograda que la magnífica El ojo de cristal (1956), de la que ya tuvimos ocasión de hablar, largo y tendido, en una entrada anterior, Cita imposible situaba de nuevo su acción en la ciudad de Barcelona para desarrollar una típica intriga según el modelo hitchcockiano del falso culpable. Falsa, en este caso, porque es una mujer, Rosario (Josefina Güell), quien deberá demostrar su inocencia a pesar de los muchos indicios que se confabulan en su contra.
De hecho, la acción comienza en el castillo de Montjuïc, fortaleza donde la infeliz ha pasado un año recluida por un crimen que no cometió. Su abogado la espera a la salida, pero ella, dolida, no quiere saber nada del letrado... El arranque, en la línea del mejor cine negro, posee una fuerza innegable que luego se irá paulatinamente apagando hasta quedar reducida a una simple trama detectivesca protagonizada por Arturo Fernández en el papel de apuesto inspector.
Como en ocasiones anteriores, José Antonio de la Loma escribiría el libreto en colaboración con Luis S. Poveda a partir de un argumento de Enrique Josa y del propio Santillán (que firma con su habitual heterónimo A. S. Esteban). La partitura, con un tema central especialmente melancólico que suena durante los títulos de crédito, fue compuesta por el maestro Federico Martínez Tudó. Aunque lo que de verdad resulta entrañable es ver el puerto, con la estatua de Colón al fondo, o la estación de Francia, donde el expreso directo a Massanet se dispone a partir. Son esas pequeñas cosas que convierten a una sencilla cinta de Serie B en impagable documento de época.
Tanto por tratarse de una coproducción hispanofrancesa como por estar parcialmente ambientada en un teatro de variétés, Cita imposible se parece bastante a Altas variedades (1960), filme de similares características que Rovira Beleta dirigiría un par de años después. Ambas comparten la inclusión de números de cabaret con bailarinas de music-hall, todo un atrevimiento para la época por aquello de la "pierna creciente y la falda menguante" que tanto obsesionaba a la censura franquista. En cualquier caso, el payaso Juanón (Francisco Piquer) sabe más de lo que parece sobre quién mató al empresario teatral Gaston Leducq (Luis Induni), mientras que el italiano Gustavo Re interpreta a un divertido truhan que vive de dar el sablazo haciéndose pasar por aristócrata polaco y Estanis González encarna a un inquietante chantajista que lo mismo sigue a Rosario a todas partes que pretende extorsionar a la viuda de Leducq (Mercedes Monterrey).
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