sábado, 22 de diciembre de 2018

El viaje de Nisha (2017)




Título original: Hva vil folk si
Directora: Iram Haq
Noruega/Alemania/Suecia/Francia/Dinamarca, 2017, 106 minutos

El viaje de Nisha (2017) de Iram Haq


Lo que podría haber sido una buena oportunidad para analizar el fenómeno de la inmigración paquistaní en los países nórdicos o, incluso, el choque de culturas y/o entre religiones se convierte, sin embargo, en manos de la realizadora noruega Iram Haq (Oslo, 1976) en un desafortunado filme tendencioso cuya máxima ambición es que el espectador salga del cine pensando tres cosas. A saber: 

1) Respecto a la protagonista, una adolescente rebelde a la que sus padres envían a la fuerza al Pakistán, debería decir algo así como: "¡Pobrecita! ¡Pobrecita!"

2) En lo concerniente a la visión que se ofrece de los dos países en los que transcurre la trama, su comentario tiene que ser: "¡Pero qué suerte tenemos de vivir en la civilizada Europa, donde los eficientes servicios sociales velan por la seguridad de los menores ante la más mínima sospecha de maltrato!"

3) Y en cuanto a cómo se muestra la forma de vida en un país asiático de mayoría musulmana, se expresará, más o menos, en los siguientes términos: "¡Menuda mierd... de país tiene que ser el Pakistán, donde la policía es corrupta!" O hasta: "¡Menuda panda de hijos de put... que son sus habitantes, que no permiten que las mujeres gocen de plena libertad!"



En la línea de producciones como El expreso de medianoche (1978) de Alan Parker o No sin mi hija (1991) de Brian Gilbert, El viaje de Nisha (cuyo título original en noruego significa "¿Qué dirá la gente?") incurre en un maniqueísmo inadmisible que nos predispone a juzgar negativamente todo modus vivendi que entre en conflicto con los usos democráticos y políticamente correctos de nuestro estado del bienestar. Puro eurocentrismo sin paliativos que se refuerza a través de una innecesaria música incidental de lo más intrigante que tiene por objetivo anunciar que algo terrible está a punto de suceder de un momento a otro.

Puede que la película esté basada en experiencias autobiográficas de su directora y que éstas hayan sido tremendas (eso nadie lo pone en duda), pero es igualmente cierto que se echa en falta algo más de objetividad en la forma de contar la historia. Sobre todo en términos de lograr una mayor verosimilitud. Porque si bien es cierto que a última hora parece que el padre siente algo de empatía hacia los motivos de Nisha, dicha reacción llega tarde y de un modo nada convincente. En ese sentido, no se acaba de comprender por qué Mirza, que trata a su hija de prostituta por haber "mancillado" el honor familiar, que le ha escupido literalmente a la cara e incitado al suicidio, cambia súbitamente de parecer al enterarse de que el aspirante con el que pretende casarla no permitirá que la muchacha realice estudios universitarios. De ahí que las lágrimas del padre en el plano final, cuando mira a cámara tras darse cuenta de que su hija se ha escapado por el balcón, resulten tan poco emotivas como creíbles.


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