Título original: Paris pieds nus
Directores: Dominique Abel y Fiona Gordon
Francia/Bélgica, 2016, 83 minutos
Perdidos en París (2016) de Abel & Gordon |
Resulta inevitable ver una peli como Paris pieds nus y no pensar inmediatamente en el Tati de Playtime (1967). Más aún: ¿cómo no acordarse de Buster Keaton ante el gesto adusto de unos actores tan torpes como entrañables? ¿O en la danza de los panecillos de La quimera del oro (1925) cuando unos veteranos Pierre Richard y Emmanuelle Riva (ella fallecería dos meses antes del estreno) se enzarzan en un similar ballet con sus respectivos pies, sentados en un banco del cementerio de Passy?
Como no deja de ser sorprendente el hecho de que el último trabajo del dúo integrado por la canadiense (aunque nacida en Australia) Fiona Gordon y el belga Dominique Abel haya tardado más de dos años en estrenarse aquí. Pero, en fin: ya se sabe cómo van estas cosas. Así que más vale ver la botella medio llena, que aún habría que dar gracias porque todavía queden cines como el Boliche de Barcelona (y que nos dure muchos años, por supuesto).
Norman & Martha |
De Perdidos en París (horrible traducción, por cierto, del más certero 'Descalzos en París') cabe destacar el colorido de su naíf puesta en escena, sin duda herencia del pasado circense de sus creadores, así como una estructura episódica perfectamente hilvanada, de manera que lo que vemos en una escena retoma algún gag acontecido con anterioridad: sabia utilización de la analepsis y de la prolepsis que da pie a un buen puñado de situaciones hilarantes.
En realidad, y no es poco mérito, Abel & Gordon (o Fiona & Dom, que tanto monta) nos están hablando de los vasos comunicantes que todo lo conectan. ¿Por qué, si no, el champán que bebe tía Martha (Riva) se paga con el dinero que Dom recupera del interior de la mochila que Fiona perdió al caer accidentalmente al Sena? Parece muy complicado, pero no lo es en absoluto: se trata más bien, como diría el poeta Pedro Salinas, de un "seguro azar" desencadenante, que todo lo gobierna y todo lo provoca hasta el punto de reunir a dos almas gemelas en la cima de la Torre Eiffel o a los pies de la réplica de la Estatua de la Libertad.
Fiona & Dom |
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