miércoles, 26 de diciembre de 2018

Soldado matón (1965)

















Título original: Heitai yakuza
Director: Yasuzô Masumura
Japón, 1965, 102 minutos

Soldado matón (1965) de Yasuzô Masumura

Quienes estén acostumbrados al sosiego de Mizoguchi o de Ozu echarán, sin duda, en falta, cuando tengan ocasión de ver algún filme de Yasuzô Masumura, la placidez con la que aquellos maestros solían contar sus historias. Y es que, perteneciente a otra generación más joven, el cine de este último se caracteriza por una vehemencia rayana en el desmadre más absoluto. 

No en vano, la guerra y demás parafernalia del estamento militar son el objeto de una burla atroz en Heitai yakuza, comedia disparatada, aunque no exenta de una crítica implacable contra el papel ejercido por el ejército imperial japonés en Manchuria, y que sería la primera entrega de una serie de nueve filmes protagonizada por el dúo Omiya-Arita.



Kisaburo Omiya (interpretado por Shintarô Katsu) es lo que podríamos denominar, sin miedo a equivocarnos, la versión nipona de Bud Spencer. Es decir: una mole invencible que fuera yakuza antes de incorporarse a filas y que es capaz, por tanto, de repartir tortas con la misma facilidad que las recibe sin inmutarse. Ni que decir tiene que semejante bestiajo hallará su complemento ideal en Arita (Takahiro Tamura), un intelectual forzado a servir a las órdenes del emperador y que, tras cuatro años como alférez en un campo de entrenamiento, cree llegada la hora de desertar. Arita, por cierto, es el narrador de la historia.

Y, así, después de haber sufrido no pocas humillaciones por parte de los mandos de una jerarquía corrupta, ambos huirán a lomos de una vieja locomotora de vapor que desenganchan del resto de vagones del convoy en el que viajaban custodiados por sus superiores. Atrás quedan numerosas escenas de trifulcas a lo "humor amarillo", de una violencia tan excesiva como cómica, subrayada, las más de las veces, por una música incidental burlesca cuya finalidad última (como se aprecia en la secuencia en la que el general arenga a las tropas con proclamas patrióticas) es la de mostrar el absurdo de un conflicto que se cobró demasiadas vidas humanas.


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