Director: Manuel Summers
España, 1968, 89 minutos
No somos de piedra (1968) de Manuel Summers |
¿Me lo parece a mí o No somos de piedra es uno de los títulos más denostados en la ya de por sí infravalorada filmografía de Manolo Summers? Pues es una verdadera lástima, porque bajo su apariencia de españolada al servicio de Alfredo Landa se encuentra una sátira mordaz de los españolitos apocados y rijosos, pero también de la España mojigata, aquélla en la que los supernumerarios del Opus Dei inundaban de beatería santurrona la vida pública, al tiempo que escalaban posiciones en los sucesivos gobiernos franquistas en forma de tecnócratas.
Su protagonista, Lucas Fernández (Landa), es el típico hombrecillo insignificante, propietario de un Seiscientos, padre de familia numerosísima y obsesionado por toda hembra que se cruce en su camino, aunque de poco le sirve, dado su carácter pusilánime y reprimido.
Enriqueta (Laly Soldevila), esposa del susodicho, católica practicante y puritana de tomo y lomo, se negará en redondo a tomar la píldora contraceptiva, por lo que al sufrido marido no le quedará más remedio que ingeniárselas para hacerla transigir, aunque con un resultado tirando a pobre.
Escrita y producida en colaboración con Juan Miguel Lamet, No somos de piedra inauguraba la vertiente más comercial dentro de la producción de su director, lo cual no impidió que el inconfundible toque humorístico de Summers estuviese presente en forma de animaciones y globos sobreimpresos con los pensamientos de los personajes, así como a través de la participación de numerosos amigos en fugaces cameos, entre los que cabe destacar a García Berlanga haciendo de guardia urbano o a Lucía Bosé y Natalia Figueroa vestidas de monja.
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