lunes, 10 de septiembre de 2018

Los culpables (1962)




Director: Josep Maria Forn
España, 1962, 86 minutos

Los culpables (1962) de Josep Maria Forn


La obra teatral de Jaime Salom en la que se basó Los culpables (1962) planteaba la posibilidad de que un hombre de negocios arruinado fingiese su propia muerte para cobrar un seguro de vida por valor de cinco millones de pesetas de las de entonces. La particularidad de semejante ardid radica, sin embargo, en el hecho de que Pablo Ibáñez (que así se llama el interfecto al que encarna el actor Tomás Blanco) requerirá para ello la connivencia de su esposa Arlette (Susana Campos) y del amante de ésta, un doctor que responde al nombre de Andrés Laplaza (Yves Massard).

La acción transcurre en una Gerona gris y lluviosa, prototipo de la ciudad de provincias que tanto explotó el cine español de principios y mediados de los sesenta. Espacio monótono y claustrofóbico donde vivir sería casi imposible para los protagonistas de no ser por subterfugios como una tienda de telas de la calle Herrería cuya dueña, una vieja ávida de aumentar su peculio, alquila habitaciones con fines moralmente reprobables según el estricto decoro imperante.



Para quienes habitan en un ambiente tan sumamente irrespirable, el adulterio supone una cruz difícil de cargar, algo tan horrible y vergonzoso que no sólo justifica el siempre complicado martirio de llevar una doble vida, sino hasta planear escabrosos crímenes pasionales provistos de una coartada casi perfecta. Casi, porque el veterano comisario Ruiz (Félix Fernández), sagaz como un lince y perseverante hasta el hartazgo, irrumpirá de improviso para, tras arduas pesquisas, acabar desbaratando las maquinaciones de los culpables.

Dotado de una innegable habilidad para la intriga policíaca, el catalán Josep Maria Forn derivaría posteriormente en su filmografía, previo paso por la crítica social de La piel quemada (1967) —contundente drama sobre el fenómeno de la inmigración andaluza en Cataluña que ya tuvimos ocasión de comentar aquí en su momento— hacia las recreaciones históricas un tanto pomposas en torno a la figura de los presidentes Companys y Macià.


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