domingo, 16 de septiembre de 2018

La noche de los girasoles (2006)




Director: Jorge Sánchez-Cabezudo
España/Francia/Portugal, 2006, 123 minutos



Dotada de una efectiva estructura episódica, probablemente como consecuencia de la trayectoria televisiva de su director —el madrileño Jorge Sánchez-Cabezudo— La noche de los girasoles se ambienta en la misma España rural y profunda que diera antaño lo mejor de nuestra cinematografía. Sólo que, en lugar de incidir en los habituales aspectos de crítica social o costumbrista tan presentes en la obra de los Saura, Camus y demás miembros destacados de la vieja guardia, en la película que nos ocupa se obvian la mayor parte de esos temas (aunque se trata, eso sí y apenas tangencialmente, la despoblación de las zonas campestres) para centrarse en exclusiva en el más puro estilo thriller.

Un armazón, con saltos temporales y continuos cambios de punto de vista, del que, curiosamente, también se serviría, un año más tarde, Sidney Lumet en el que supuso su testamento fílmico: la excelente Before the Devil Knows You're Dead (2007). Lo cual prueba hasta qué punto era conocedor Sánchez-Cabezudo de las últimas tendencias en un género en continua transformación.



Las seis partes en las que se divide el filme llevan por título: El hombre del motel, Los espeleólogos, El hombre del camino, La autoridad competente, Amós el loco y El Caimán. Media docena de fragmentos en los que la trama se va rizando cada vez un poco más, aderezada por una turbadora partitura de resonancias camerísticas que compusiera para la ocasión el francés Krishna Levy.

Pese a que Sánchez-Cabezudo no haya gozado después de la continuidad como realizador de largometrajes que muchos desearíamos, no resultaría del todo descabellado considerar ésta su ópera prima, con sus guardiaciviles corruptos, sus tapias medio derruidas y sus agentes comerciales desequilibrados, como el detonante de un nuevo cine español, de regreso a los recónditos paisajes del interior peninsular y del que Tarde para la ira (2016) de Raúl Arévalo sería, tal vez, uno de los ejemplos más recientes.


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