Título original: Dr. Jekyll and Mr. Hyde
Director: Victor Fleming
EE.UU., 1941, 113 minutos
Cada día […] me acercaba firmemente a esa verdad a causa de cuyo descubrimiento parcial he sido condenado a tan espantosa suerte: la de que el hombre en realidad no es uno, sino que verdaderamente es dos […] La maldición de la humanidad consistía en que estos dos incongruentes haces estuviesen unidos, en que, en las doloridas entrañas de la conciencia, luchasen continuamente estos dos gemelos polares. ¿Cómo, pues, podían ser separados?
Robert Louis Stevenson
Dr. Jekyll y Mr. Hyde
Exactamente diez años después de que Rouben Mamoulian dirigiera El hombre y el monstruo, Victor Fleming fue el encargado de llevar a la gran pantalla una nueva versión de la novela de Stevenson. A diferencia del Jekyll y Hyde que compusiera Fredric March, el de Spencer Tracy gana en profundidad psicológica. Es, por así decirlo, menos monstruo y más hombre, tanto en su faceta afable como en la perversa, quizá debido a que el peso de su actuación recae en sus dotes interpretativas antes que en el abuso del maquillaje.
Por otra parte, la elección de Tracy para el papel es sin duda un acierto, habida cuenta de la confianza que el actor acostumbraba a inspirar con sus personajes. De Cary Grant a Matt Damon, pasando por Robert Redford y George Clooney, de Rock Hudson a Henry Fonda, pasando por Gregory Peck, Spencer Tracy pertenece a esa nómina de actores de los que uno nunca esperaría nada malo. De ahí que resulte tan sumamente perturbador ver cómo su rostro se transforma hasta llegar a encarnar el mal.
El doctor Jekyll (Spencer Tracy) en su laboratorio |
Dicha fascinación por los caracteres contrarios tiene, asimismo, su correlato femenino en la apolínea Beatrix Emery (Lana Turner) y en la dionisíaca Ivy Peterson (Ingrid Bergman), la buena y la mala mujer entre las que se debatirán, respectivamente, Jekyll y su opuesto Hyde. Se dice, de hecho, que se barajó la posibilidad de que ambos personajes fuesen interpretados por una misma actriz, Katharine Hepburn. Pero la idea no llegaría a concretarse.
Por último, de la solemne banda sonora que compuso para la ocasión el alemán Franz Waxman, destacan sobre todo los arreglos suntuosos, con coros incluidos, que vienen a subrayar el carácter fantasmagórico de la película.
Spencer Tracy, Ingrid Bergman y Lana Turner |
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