Director: Juan Antonio Bardem
España/Francia, 1956, 99 minutos
Basándose en La señorita de Trevélez de Carlos Arniches, Juan Antonio Bardem pergeñó una historia marcada por el ambiente sofocante que se respira en una pequeña ciudad de provincias. En ella, pasear por la Calle Mayor es, junto con alguna que otra borrachera y matar el tiempo en los billares, la distracción principal para muchos jóvenes. Y las bromas pesadas, claro.
El grupo de amigotes que forman Juan y los suyos ha sido comparado con la camarilla de zánganos que protagonizan Los inútiles de Fellini (1953): señoritos de vida disipada, sin oficio ni beneficio, que dilapidan su tiempo y su dinero entre gamberrada y gamberrada.
Y, como la ociosidad excesiva es la madre de todos los desmanes, no se les ocurre nada mejor que dar rienda suelta a su crueldad intentando seducir a la solterona del pueblo para luego, tras haberle prometido matrimonio, mofarse de ella plantándola. Isabel, la víctima elegida, es interpretada por la estadounidense Betsy Blair, algo insólito en una película española del año 56, especialmente si se tiene en cuenta el enorme éxito cosechado gracias a Marty (Delbert Mann, 1955), en la que actuaba junto a Ernest Borgnine. Aun así, Bardem logró convencerla para que protagonizase Calle Mayor, logrando obtener de ella una más que convincente composición de la típica señorita provinciana, un tanto ingenua y soñadora.
Lo interesante del personaje de Juan (José Suárez) es que se le plantean dudas de tipo moral antes de dejarse arrastrar por sus compañeros. En este sentido, es un hombre atrapado entre la masculinidad que se siente obligado a demostrar y lo que le dicta su conciencia, sobre todo a raíz del contacto con Federico (el agregado intelectual del grupo, interpretado por el francés Yves Massard y al que, por cierto, le presta su voz Fernando Rey en la versión castellana). Este último, al ser un recién llegado procedente de Madrid, no está contaminado aún de la zafiedad de los otros y será el encargado de ir abriéndole los ojos a Juan sobre la falta de piedad que encierra la "bromita" que han tramado. De modo que Juan acaba convirtiéndose en una especie de Cary Grant en Sospecha (a ratos parece bueno, a ratos parece malo), como se pone de manifiesto en la escena del hueco de la escalera mientras él e Isabel visitan un edificio en obras.
Como también oscila la banda sonora compuesta por Joseph Kosma e Isidro B. Maiztegui, en este caso entre dos modelos fácilmente identificables: por una parte el Chaplin de El gran dictador (la melodía que acompaña los malabarismos de Hynkel con un globo que semeja la tierra, para ser más exactos) y, por otra, el Nino Rota del universo felliniano.
En resumidas cuentas, y a pesar de la detención de sufrió Bardem durante el rodaje, de un modo o de otro, todos los elementos arriba expuestos contribuirían a que Calle Mayor se acabara alzando con el Gran premio de la Crítica internacional en el Festival de cine de Venecia.
Placa conmemorativa del rodaje de Calle Mayor en Logroño. El resto de exteriores se filmaron en Cuenca y en Palencia |
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