martes, 26 de julio de 2022

La Marquesa de Sade (1992)




Título original: Markisinnan de Sade
Director: Ingmar Bergman
Suecia, 1992, 105 minutos

La Marquesa de Sade (1992) de Bergman


Un montaje teatral vinculado, directa o indirectamente, con tres personalidades tan rotundas como las del Marqués de Sade, Yukio Mishima e Ingmar Bergman merece ser calificado, como mínimo, de intenso. Máxime cuando la biografía de cada uno de dichos personajes, por sí sola, bien pudiera ser objeto de mil y un proyectos. En cualquier caso, el drama en tres actos del japonés Mishima, estrenado en 1965, le sirve al sueco Bergman para ahondar en la siempre compleja figura de Donatien Alphonse François (1740-1814), marqués de Sade.

Sin embargo, y eso es lo relevante, el reparto de Markisinnan de Sade (1992) estuvo exclusivamente integrado por mujeres que se meten en la piel de la esposa, la suegra, la cuñada o la doncella de alguien que nunca llega a estar presente en el escenario, aunque los demás no paren de hablar de él. En ese sentido, las referencias al libertino son continuas de principio a fin ya sea para criticar sus excesos o bien para alabar su osadía.



Como en la práctica totalidad de la filmografía bergmaniana, el carácter verbal de la puesta en escena nos sitúa en un ámbito esencialmente discursivo donde las protagonistas se lanzan reproches y comparten confidencias con la única finalidad de exorcizar el recuerdo que en ellas dejó el trato con un hombre excepcionalmente disoluto. Verdadera catarsis femenina cuyo eje temático oscila entre la fidelidad incondicional de su esposa Renée (Stina Ekblad) y el desprecio absoluto de Madame de Montreuil (Anita Björk) hacia un yerno fuera de lo común.

Aun así, la actitud de esas mujeres respecto a Sade irá evolucionando en consonancia con los hechos históricos que conmocionaron a la sociedad europea de finales del siglo XVIII hasta el extremo de derrocar el Antiguo Régimen. Así pues, la quietud del primer acto (que transcurre en el otoño de 1772) contrasta vivamente con la austeridad del tercero, ya en abril de 1790, "nueve meses después del estallido de la Revolución Francesa".



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