Director: Manuel Mur Oti
España, 1959, 86 minutos
Duelo en la cañada (1959) de Manuel Mur Oti |
Wéstern a la española. Que no es lo mismo que Espagueti Wéstern. Porque la acción de Duelo en la cañada no transcurre en el lejano Oeste norteamericano, sino en la Andalucía de 1890. Concretamente (aunque no se mencione en los títulos de crédito) en la provincia de Almería. Y es que fueron muchas las producciones locales —como Carne de horca (1953) de Ladislao Vajda, por poner otro ejemplo— que en la década de los cincuenta optaron por calcar la fórmula hollywoodense de cowboys, pistoleros y forajidos aplicándola a los tipos y costumbres del folclore patrio, cuya figura por excelencia, huelga decirlo, era el bandolero.
Mur Oti, sin embargo, centra el interés de su historia en una trama cuadrangular de tintes melodramáticos entre plebeyos y señoritos, tal y como muestra la ecuación siguiente: el despiadado Ramón (Leo Anchóriz) desea con todo fervor a la sensual Soledad (María Esquivel), pero ésta no le hace ni caso y huye lejos del indeseable pretendiente; de modo similar, aunque a otro nivel, la delicada Alicia (Mara Cruz), pese al refinamiento de sus maneras, aprendidas en París, no logrará que su primo Carlos (Javier Armet) sienta por ella más que un casto afecto fraternal. ¿Motivo? Pues que como los polos opuestos se atraen, Carlos y Soledad experimentan de inmediato un deseo mutuo que ni el decoro ni la madre del mozo (aliada con Alicia) podrán impedir.
Filme de pasiones encendidas, como todos los de su director, las imágenes reflejan la vehemencia de los sentimientos mediante encuadres de una enorme expresividad. No en vano, ese arrebato tan a flor de piel es uno de los rasgos definitorios del estilo de Mur Oti y estaba ya presente en anteriores títulos de su filmografía como Condenados (1953), Orgullo (1955) o Fedra (1956). Baste decir, al respecto, que Duelo en la cañada va precedida de un prólogo de diez minutos antes de que arranquen los créditos iniciales y que el lance que da nombre a la película, a pesar de ir incubándose desde un buen principio, no acaecerá hasta los cinco minutos finales.
Sabía, pues, el cineasta gallego cómo dosificar el ímpetu de sus personajes con tal de ir dilatando el clímax hasta la eclosión del desenlace. Poco importa, en ese sentido, que la presencia por aquellos pagos de una vedete cubana (aunque María Esquivel había, en realidad, nacido en Méjico) le reste algo de verosimilitud al conjunto, ya que es la fuerza de las imágenes lo que verdaderamente acaba imponiéndose.
Mur Oti mereix més reconeixement. Per cent, tot i que encara no l'he vist, en alguna ressenya sobre 'Intemperie' mencionaven això de 'western adaptat a Espanya'
ResponderEliminarDe mica en mica, en els darrers anys la figura de Mur Oti s'ha anat revaloritzant. Però estic d'acord amb tu, Júlia, que encara faria falta donar-li més rellevància encara.
EliminarI respecte al cas recent de "Intemperie", que jo tampoc he vist, ja veus que està tot més que inventat, sobretot si es tracta d'etiquetes per vendre el producte.
Una abraçada i fins aviat,
Juan
Hola Juan!
ResponderEliminarDesconocia el titulo, tampoco sabia de este director gallego.
Ese plano con las botas me gusta, deben de hacer su ruido al caminar...jeje Por cierto, la ultima imagen me recuerda a una muy similar de William Holden en Sunset Boulevard, esta tal cual...
Yo creo que ni con otra vida daria para ver todo el cine que tengo pendiente, sigo apuntando...
Que tengas una feliz semana, saludos!
Pues te recomiendo encarecidamente que te zambullas en el universo de tu paisano Manuel Mur Oti (1908–2003): no te defraudará.
EliminarEl plano final, que, efectivamente, conecta de pleno con "El crepúsculo de los dioses" de Billy Wilder, es un spoiler en toda regla (ya me perdonarás).
Saludos y hasta la próxima,
Juan