Título original: Otona no miru ehon - Umarete wa mita keredo
Director: Yasujiro Ozu
Japón, 1932, 100 minutos
He nacido, pero... (1932) de Yasujiro Ozu |
Esta película nació del deseo de hacer una película con niños. Es una historia que comienza con niños y termina con adultos. Inicialmente iba a ser alegre, dentro de lo que cabe, pero durante la filmación hubo muchos cambios. Al final se convirtió en una historia tan oscura que la productora dijo que no se esperaba una película así, y tardó casi dos meses en distribuirla a las salas. Con ella decidí, además, no utilizar los fundidos de apertura y cierre, y emplear el corte para pasar de una escena a otra. Después, si no recuerdo mal, no los volví a usar. Los fundidos de apertura y de cierre no son elementos de la gramática del cine: son simplemente características técnicas de la cámara.
Yasujiro Ozu
La poética de lo cotidiano (Escritos sobre cine)
Traducción de Amelia Pérez de Villar
La monumental retrospectiva sobre Ozu que acaba de arrancar en la Filmoteca de Catalunya supone un feliz reencuentro con la obra del cineasta japonés para quienes, hará de esto unos quince años, ya tuvimos ocasión de seguir el ciclo que le fuera dedicado por el mismo ente cuando su sede se hallaba en la sala Aquitania. Mucho ha llovido desde entonces, por lo que se comprende la necesidad de volver cíclicamente, en éste como en casos anteriores (Bergman, Mizoguchi...), a uno de los autores capitales de la historia del cine para que, de esta manera, sea descubierto por una nueva generación de espectadores.
El argumento de He nacido, pero... (1932) resultará de inmediato familiar para quienes ya hayan visto una obra muy posterior del mismo director: Buenos días (Ohayô, 1959), uno de los filmes más populares de Ozu y remake de la cinta que ahora nos ocupa. Sin embargo, quizá porque la circunstancia histórica era para entonces muy distinta en el seno de la sociedad japonesa o simplemente por tratarse de un trabajo rutinario, oportunista, tal vez alimenticio, por parte de un autor ya consagrado dentro de la industria, pero lo cierto es que la versión de finales de los cincuenta no pasa de ser una amable comedia familiar en color, mientras que la cinta muda de principios de los treinta es, como dice el propio Ozu (véase más arriba), "una historia oscura".
Y todo porque la pareja de hermanos protagonista se avergüenza del padre por ser éste un simple empleado a las órdenes de su jefe: una situación que los niños, en su inocencia, no pueden ni entender ni mucho menos aceptar (ellos aspiran a ser, algún día, generales del ejército) y que les lleva a declararse en huelga de hambre (en la edulcorada Ohayô, por cierto, simplemente se negarán a hablar...), llevando a cabo lo que significa un acto de rebeldía, en toda regla, contra la autoridad paterna.
Curiosa derivación de una trama que había comenzado con las típicas pandillas de chicos que se pelean en la calle y que hacen novillos, pero que, tras una interrupción fortuita del rodaje a causa del accidente sufrido por uno de los niños, acabaría adquiriendo tintes subversivos en la línea de Zéro de conduite (1933) de Vigo, rodada, curiosamente, por aquellas mismas fechas. En cualquier caso, el padre, que contempla con sonrisa resignada y afectuosa la reacción de sus hijos, lejos de enfadarse (eso iría contra la afabilidad que rezuma todo el cine de Ozu) da en el clavo al confesarle a su esposa mientras los chicos duermen: "Me pregunto si les espera una vida tan dura como la nuestra..." Terrible vaticinio, hoy lo sabemos, el que suponen tales palabras, toda vez que, una década más tarde, esos mismos niños estarán o luchando en el frente o padeciendo las consecuencias de la bomba atómica...
Pese a todo, la película es muy simpática. La recuerdo con agrado. Ozu es siempre una buena opción para ver cine de altura.
ResponderEliminarSimpática, pero con momentos que hacen reflexionar. Lo cual explica, como bien apuntas, que a Ozu se le considere un maestro.
Eliminarparece una película muy dura de ver... y mas cuando uno es padre y se para de ese lado...
ResponderEliminarme gustó también lo técnico de la frase inicial y los planos que habla el director... saludos...
Yo no diría tanto: tiene momentos divertidos y otros que convidan a pensar. De hecho, Ozu es célebre por su moderación a la hora de plasmar las emociones.
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