Título original: Les misérables
Director: Ladj Ly
Francia, 2019, 102 minutos
Los miserables (2019) de Ladj Ly |
Amigos míos, retened esto:
no hay malas hierbas ni hombres malos.
No hay más que malos cultivadores…
Victor Hugo (1802-1885)
La Francia real, bien al contrario que la estampa idílica con la torre Eiffel al fondo y los bateaux mouche surcando el Sena al son de acordeones, late en los suburbios de la banlieu parisina y su polvorín multiétnico siempre a punto de estallar. Se palpa en el auge populista de la extrema derecha y, por desgracia, tiene más que ver con la desafección de amplios sectores de la juventud, a menudo musulmanes de tercera o cuarta generación, hacia los valores del laicismo republicano, que no, pese a las protestas de los gilets jaunes (que son otra cosa), con los estereotipos intelectualoides surgidos a raíz del mayo del 68.
Dicho lo cual, cabría aún preguntarse qué tiene que pasar para que el cine aborde, de una vez por todas, el retrato verista de una tan cruda realidad. Por de pronto, y a falta de nuevo aviso, Les misérables parece ser la respuesta. No es, ni mucho menos, una obra redonda (le sobra, por ejemplo, el consabido recurso del poli novato-bueno versus el poli quemado-malo, aparte de que es poco o nada crítica con el radicalismo islámico), pero el ímpetu con el que muestra las consecuencias e incluso los orígenes de la exclusión social hace que deba ser tenida muy en cuenta.
Arranca la película con unas imágenes de seguidores de la Selección Francesa de fútbol. ¿Son éstos los miserables a los que alude el título? Puede. Aunque no deja de ser una contradicción flagrante, y muy significativa, que quienes celebran enfervorecidos los goles de Mbappé o de Dembélé, haciendo suyos los colores de la bandera nacional, sean los mismos que después viven al margen de toda ley en unos guetos donde el único orden imperante es el dictado por los cabecillas de las bandas locales.
Basándose en experiencias personales y en su corto homónimo de 2017, el realizador de origen maliense Ladj Ly (París, 1978 u 80, según qué fuentes) debuta con una cinta rotunda en la línea de filmes como Dheepan (Jacques Audiard, 2015) y heredera de títulos ya clásicos, caso de L.627 (1992) de Tavernier, que en el pasado también trataron el difícil día a día de las fuerzas policiales en los distritos menos favorecidos de la capital francesa.
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