Título original: Munekata kyôdai
Director: Yasujiro Ozu
Japón, 1950, 112 minutos
Las hermanas Munekata (1950) de Yasujiro Ozu |
El cine japonés, a partir de ahora, se caracterizará sobre todo por la realización de películas realistas, y aunque seguramente habrá muchas comedias superficiales e improvisadas y películas sensacionalistas que aprovecharán la situación caótica de la posguerra, serán sólo fenómenos transitorios que desaparecerán cuando lleguen las películas realistas comprometidas.
Dos hermanas, enamoradas del mismo hombre, pero cuyos respectivos caracteres se definen por rasgos diametralmente opuestos. Una es recatada, sumisa y luce el tradicional kimono; la otra es extrovertida, deslenguada y se viste al modo occidental. La primera está casada con un hombre alcoholizado que la maltrata, mientras que la segunda, soltera irredenta, la anima a rebelarse contra la tiranía del marido.
Yasujiro Ozu
La poética de lo cotidiano
Traducción de Amelia Pérez de Villar
Dos hermanas, enamoradas del mismo hombre, pero cuyos respectivos caracteres se definen por rasgos diametralmente opuestos. Una es recatada, sumisa y luce el tradicional kimono; la otra es extrovertida, deslenguada y se viste al modo occidental. La primera está casada con un hombre alcoholizado que la maltrata, mientras que la segunda, soltera irredenta, la anima a rebelarse contra la tiranía del marido.
El simbolismo latente en Munekata kyôdai resulta de una claridad meridiana, de tal manera que cada una de las protagonistas simbolizaría, respectivamente, al antiguo y al nuevo Japón: el de las viejas costumbres deudoras del lastre feudal y, en franca oposición, la nueva sociedad occidentalizada que, con más motivo aún a raíz de la presencia norteamericana en el Archipiélago, lucha por pasar página tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Aunque, como acostumbra a suceder con las grandes obras (y ésta lo es), un análisis más en profundidad puede llevarnos a pensar que la relación tóxica de Setsuko (Kinuyo Tanaka) con Ryosuke (Sô Yamamura) representa, en realidad, los malos hábitos que han ido calando en aquel país, conduciendo a la progresiva pérdida de sus esencias o incluso al peso que, como nación milenaria, le correspondería tener en el mundo.
Visto así, el personaje de Hiroshi (Ken Uehara) puede representar, en cierto sentido, un regreso al alma japonesa anterior a la injerencia extranjera. Lo cual explicaría la insistencia por parte de la hermana menor para que Setsuko rehaga su vida junto a él... Sin que ninguna de tales lecturas, evidentemente, tenga por qué condicionar lo que, en el fondo, no deja de ser la típica trama folletinesca con implicaciones familiares tan del gusto de Ozu.
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