Director: Antonio Isasi-Isasmendi
España, 1958, 104 minutos
Rapsodia de sangre (1958) de Isasi-Isasmendi |
Existe una profunda relación entre Dios, la paz y el amor. Son tres grandes raíces contra las que es inútil luchar. Y, sin embargo, se crucifica a Dios, se hace violencia contra violencia y se olvida el amor. Las fronteras de Hungría se han convertido en venas abiertas y una nueva raza vagará por la tierra. Mañana al amanecer tú y yo procuraremos huir de tanta violencia. Recuperar nuestras raíces divinas. Dios, paz, amor.
Hungría sin Hungría. O de cómo recrear un régimen comunista en la España del 58. Se toma una escalinata en Bilbao; alguna que otra localización de la Barcelona más monumental... Et voilà: se obra el milagro y, de repente, aparece ante nuestros ojos Budapest. O por lo menos la imagen mental que el espectador de aquel entonces asociaba con la gélida realidad estalinista allende el férreo Telón de Acero.
Aunque, al margen de las habilidades técnicas demostradas por Antonio Isasi y su equipo de colaboradores, lo cierto es que Rapsodia de sangre (1958) fue, por encima de cualquier otra consideración, una película notable. Que cuenta la historia de un pianista (Vicente Parra) enfrentado al politburó como medida de protesta contra la invasión soviética de su país. Estamos, por tanto, ante una cinta de propaganda anticomunista que, sin embargo, y más allá del tono panfletario que acostumbraban a adoptar tales producciones, se aguanta por la solidez de sus interpretaciones y del argumento.
El comandante Solov (Albert Hehn) y Anna (Lída Baarová) |
Mérito que, asimismo, cabe atribuir, en buena medida, a la excelente banda sonora compuesta por Xavier Montsalvatge sobre la base de modelos como Chopin, Listz y Brahms, pero también a los numerosos insertos de imágenes de archivo con los que, además de un cierto carácter documental, se obtiene una enorme credibilidad a la hora de contextualizar los hechos.
Queda, por último, señalar un detalle de enorme importancia en lo concerniente a cómo aparece retratada la nomenklatura comunista, impíamente atea, y, en claro contraste, la disidencia que se alza en armas, no sólo para reclamar sus libertades cívicas, sino, sobre todo, para recuperar una fe que les fue arrebatada con la llegada del marxismo. Son, a este respecto, de enorme significación las palabras de Andras Pulac (Parra) que encabezan esta entrada, así como la ignorancia en materia religiosa de la que hace gala Lenina (María Rosa Salgado) cuando su padre, un ferviente defensor de la ortodoxia socialista, le hace ver que "los traidores se multiplican como los panes y los peces" y ella, ingenua, pregunta: "¿Qué panes y qué peces?" A lo que el hombre, con una sonrisa piadosa en los labios, responde: "Los panes y los peces de una historia. De una fábula que me enseñaron cuando era niño. Pero ahora no puedo contártela..."
Lenina/María (Mª Rosa Salgado) y Andras (Vicente Parra) |
Tinc debilitat cinèfica per aquesta pel·lícula. De fet aquí vam tenir uns quants exiliats, els més famosos en el camp futbolístic, que havien guillat d'Hungria, així que el tema tocava moltes fibres sensibles.
ResponderEliminarKubala, Puskas, Kocsis... I, fins i tot molt abans, Platko, a qui Alberti va dedicar un cèlebre poema. Aquí deixo un enllaç per a qui vulgui més informació sobre el tema: https://elpais.com/deportes/2016/10/30/actualidad/1477853791_907532.html
EliminarHola Juan!
ResponderEliminarSi separamos el heno de la paja al final siempre se acaban encontrando motivos y razones para ver estas en principio peliculas con "mensaje". Ese ejemplo de "los panes y los peces" resulta muy ilustrativo, para quienes tuvimos la "religión" metida con calzador como asignatura esa presencia de dios siempre estuvo bastante presente en nuestro vocabulario (frases hechas, refranes, etc...), para las generaciones impias todo esto sueno raro...
Saludos!
Motivos hay muchos, sí. Como, por ejemplo, reconocer las localizaciones que aparecen en la película. Aunque, en el caso de "Rapsodia de sangre", conviene destacar la solidez con la que está narrada. Y es que Isasi-Isasmendi fue, sin ningún género de dudas, uno de los mejores cineastas que ha dado el cine español.
EliminarSaludos,
Juan