miércoles, 27 de noviembre de 2019

Crepúsculo en Tokio (1957)




Título original: Tôkyô boshoku / 東京暮色
Director: Yasujiro Ozu
Japón, 1957, 140 minutos

Crepúsculo en Tokio (1957) de Yasujiro Ozu


Se ha dicho que esta película retrata la existencia descarriada de una joven, pero lo que yo quería transmitir en realidad era la vida del personaje que interpreta Chishu Ryu: un hombre abandonado por su mujer que trata de seguir adelante con su vida. […] Los jóvenes no tenían más función, por así decirlo, que hacer que la historia resaltase. Pero el público parece haber concentrado toda la atención en este componente decorativo.

Yasujiro Ozu
La poética de lo cotidiano
Traducción de Amelia de Villar

Una de las películas más oscuras de la filmografía de Ozu, tanto a nivel fotográfico, ya que la mayor parte de la acción transcurre de noche, como en el sentido figurado del término. Y es que atreverse a tratar el tema del aborto en el Japón de finales de los años cincuenta debió de suponer, sin duda, una osadía de tales proporciones que el conjunto de la trama por fuerza se tenía que resentir.

Asimismo, Tôkyô boshoku plantea no pocas concomitancias con Munekata kyôdai (1950), en el sentido de que ambos filmes parten de la relación entre dos hermanas muy distintas la una de la otra para acabar esbozando una alegoría más bien tremendista a propósito de la sociedad nipona de posguerra. A este respecto, la dicotomía que opone a la sensata Takako (Setsuko Hara) contra la díscola Akiko (Ineko Arima) debe verse, una vez más, al trasluz del antagonismo entre tradición y modernidad.



La mayor abandonó a su marido para volver junto al padre (Chishu Ryu), a quien también dejó su esposa cuando las niñas eran muy pequeñas. Pero la vuelta repentina de ésta, ahora propietaria de una sala de mahjong, va a conmocionar la ya de por sí convulsa vida de la familia. De modo que al embarazo no deseado de Akiko, unida sentimentalmente a un compañero de facultad, habrá que sumar el fatal accidente de la hermana menor, arrollada por uno de esos trenes tan habituales en los filmes del director japonés.

A fin de cuentas, si alguna lectura se puede extraer de tan trágicos acontecimientos es la necesidad de que el clan permanezca siempre unido. En ese aspecto, el triste desenlace que aguarda a la joven Akiko parece ser consecuencia directa del hecho de haber crecido sin conocer a su madre, por lo que bien podría decirse que el destino de los Sugiyama corre paralelo al de una nación que vio truncadas sus esperanzas por culpa de la guerra.


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