Director: Andrea Pallaoro
Italia/Francia/Bélgica, 2017, 95 minutos
Hannah (2017) de Andrea Pallaoro |
Planos larguísimos, cámara estática, silencios incómodos, escenas cotidianas: la tragedia fuera de campo. Hannah no aporta ninguna respuesta, sino que es el espectador quien debe intuir qué está sucediendo. Aunque no llegue a ninguna conclusión definitiva. Cierto que vemos ingresar en la cárcel al marido de la protagonista. Que el hijo del matrimonio no quiere saber nada de ellos, impidiendo, incluso, que la mujer asista al cumpleaños del nieto. Pero la razón última de lo que ocurre se nos escapa.
Hay determinados momentos en los que incluso llegamos a dudar sobre la veracidad de lo que aparece en pantalla, como si los delirios del personaje de Charlotte Rampling se mezclasen con la realidad: ¿qué es ese aguanieve que inunda las calles un par de veces? ¿Y los niños del piso de arriba que se bañan en un líquido naranja?
De todos modos, Hannah se aferra a la normalidad de su vacua existencia asistiendo a clases de teatro y mediante su trabajo como empleada doméstica. Quizá el joven director italiano Andrea Pallaoro haya querido así, mostrándola como una mujer capaz de convivir con otros, de sentir afecto por el hijo pequeño de la mujer a la que le limpia la casa, que nos pongamos de su parte, que, como mínimo, lleguemos a palpar lo doloroso de su soledad.
Una actuación impecable que le valió a Rampling la Copa Volpi del Festival de Venecia y que sitúa a su director en la nómina de cineastas a tener en cuenta durante los próximos años.
Rampling y Pallaoro durante el rodaje de Hannah |
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