sábado, 16 de junio de 2018

Dede (2017)




Título original: დედე
Directora: Mariam Khatchvani
Georgia, 2017, 97 minutos

Dede (2017) de Mariam Khatchvani


Con apenas 32 años, la directora georgiana Mariam Khatchvani debuta en el largometraje a través de esta historia de rencillas familiares ambientada en la comunidad de Ushguli, hoy célebre centro turístico gracias a sus imponentes torres medievales, pero durante el convulso período en el que transcurre la acción foco de cruentos enfrentamientos entre clanes dispuestos a zanjar sus diferencias a golpe de kalashnikov.

Como si de un drama lorquiano se tratase, la protagonista se verá en el centro de una trágica espiral de violencia suscitada por tres hombres que se disputan su amor: David (Nukri Khachvani) es el típico macho alfa, brutal y dominante, empecinado en hacer efectivo por la fuerza, pese a que la joven lo rechaza, el matrimonio concertado entre sus familias. Porque Dina (Natia Vibliani) está enamorada de Gegi (George Babluani), aunque casarse por amor no parece ser la opción habitual en los recónditos valles de la Georgia profunda...

Pese a lo tenso del ambiente, la violencia tiene lugar fuera de campo


Así que pasen cinco años, los problemas parecerán haberse solucionado, pero el infortunio acecha latente y la adversidad volverá a azotar a Dina, ahora viuda y con un niño a su cargo. Por lo fatídico de las pasiones que se dan cita en Dede es fácil que al espectador le acudan al pensamiento no pocos referentes, a cuál más amargo: la catarsis griega, los dramas de honor calderonianos en los que padres y hermanos se sienten legitimados para disponer impunemente de la voluntad de las mujeres del clan familiar, etc.

En cualquier caso, los hechos que se exponen en Dede están tan ligados a la historia reciente del Cáucaso que es ello precisamente lo que los convierte en profundamente universales, por lo que las nieves de Ushguli no son óbice para que la acción pudiese transcurrir en latitudes más tórridas como la Atenas de Eurípides o la Granada de Bodas de sangre. Una Georgia ancestral en la que el período soviético no parece haber dejado legado duradero alguno más allá de algún camión que no funciona y donde la superstición impera entre la población local por más que la doctora intente curar al hijo de Dina con unos medicamentos que tienen que venir de muy lejos.


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