Título original: Letyat zhuravli / Летят журавли
Director: Mikhail Kalatozov
Unión Soviética, 1957, 93 minutos
Cuando pasan las cigüeñas (1957) |
Todo encomio es poco a la hora de ponderar los muchos aciertos que atesora una obra maestra del calibre de Cuando pasan las cigüeñas. Su director, el georgiano Mikhail Kalatozov, demostró poseer una sensibilidad especial en la composición de cada plano y en la destreza de los movimientos de su cámara: tomas ligeramente en contrapicado, otras en acusado ángulo picado, complejos desplazamientos con grúa o en travelín, pero siempre con un enorme sentido de la estética y un acentuado valor poético.
Y ¿qué decir de Tatyana Samoylova, con ese extraordinario parecido físico que la unía a Audrey Hepburn? Pues que es el alma, sin ningún género de dudas, de la película: suyo es el mérito de haber construido un personaje para el que el amor es más poderoso que la muerte. Su Verónika, junto con el Boris del actor Aleksey Batalov (fallecido hace apenas dos semanas), constituye una de las parejas de enamorados más memorable que haya dado la historia del cine.
La actriz Tatyana Samoylova muestra ufana la mención obtenida en Cannes |
Son tantas las imágenes de contundente belleza contenidas en Летят журавли que se hace difícil quedarse con una. Tal vez, la escena mejor resuelta desde el punto de vista de la tensión dramática sea la de la muerte de Boris en el frente, un portento en lo que al uso del tiempo subjetivo se refiere: cae malherido y, en los escasos segundos que tarda en desplomarse, el espectador tiene ocasión de visualizar lo que pasa por su mente, la boda que nunca se consumará, la felicidad a la que aspiraba junto a Verónika y que se esfuma junto con su último aliento.
O aquel reloj de pared que resiste casi suspendido en el aire y cuyo péndulo sigue oscilando tras ser bombardeado el edificio en el que vivía la protagonista junto a su familia. O el optimismo con el que reparte flores en el andén de la estación durante la escena final, unido a la esperanza que simboliza la bandada de cigüeñas sobre el cielo de Moscú, metáfora que no sólo da título a la historia sino que dota al relato de una sólida estructura circular.
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