domingo, 30 de octubre de 2016

Renacimiento (2011)




Título original: Yôkame no semi
Director: Izuru Narushima
Japón, 2011, 147 minutos

Renacimiento (2011) de Izuru Narushima


Que los niños monos son un reclamo infalible para ganarse las simpatías del público y conseguir así el tan ansiado éxito comercial es algo que los cineastas japoneses tienen clarísimo desde hace varios decenios. Véase si no la comedia familiar Ohayô (Buenos días), dirigida por Yasujirô Ozu y estrenada en el lejano 1959. No es éste un caso aislado, ni siquiera en la filmografía de Ozu, quien ya trabajara en los años treinta con niños, pero de todos modos llama la atención tanta insistencia.

No vamos a hacer ahora el recuento exhaustivo de películas niponas que en los últimos años hayan tirado de un recurso tan facilón. Baste mencionar los casos de Una familia de Tokio (Tôkyô kazoku, 2013) de Yôji Yamada o De tal padre, tal hijo (Soshite chichi ni naru, 2013) de Hirokazu Koreeda para confirmar que esta práctica sigue vigente (y eso sin contar con el cine de animación). Queda claro, por tanto, que estamos ante un fenómeno de raigambre cultural.

En Yôkame no semi se mantiene dicha tradición, como han tenido oportunidad de comprobar quienes esta tarde se han acercado hasta la Filmoteca de Catalunya para asistir al pase de la misma. Valía la pena, además, porque la sesión contaba con la asistencia de Mitsuyo Kakuta, autora de La cigarra del octavo día, novela en la que se basa la película. Kakuta ha estado firmando ejemplares de sus libros en el XXII Salón del Manga de Barcelona, hecho que explica su presencia entre nosotros.



Es Resurrección una película multipremiada por la Academia del cine japonés y enormemente bella en cuanto a su factura, con continuos saltos temporales, ligados a inteligentes paralelismos entre presente y pasado, y un ritmo acertado que justifica los 147 minutos de duración. Sin embargo, hay que decir que desde el punto de vista emocional estamos frente a una historia con trampa. Y ello es así porque la premisa mayor consiste en que el espectador debe identificarse con la secuestradora y no con los padres biológicos de Kaoru / Erina. De ahí que a la madre real se la muestre como una mujer histérica e incapaz de asumir una vivencia tan sumamente traumática. En ese sentido, tanto la novela como la película están impecablemente diseñadas para llevarnos de la mano hasta donde quieren director y novelista: que comprendamos los motivos que movieron a raptora y raptada a actuar como lo hacen. Cuánto mejor hubiera sido dejar al espectador que extrajese sus propias conclusiones...

Con todo, debe admitirse que la sensiblería no llega a extremos insoportables y que Resurrección contiene, por otra parte, una interesante galería de personajes secundarios, como la líder de la secta religiosa o, sobre todo, el misterioso fotógrafo de la isla en la que se refugian la niña y su "madre adoptiva".

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