sábado, 1 de octubre de 2016

El camino de Babel (1945)












Director: Jerónimo Mihura
España, 1945, 77 minutos



A todos vosotros, a los que vendréis el curso siguiente a continuar vuestros estudios y a los que por haber terminado en éste vuestras carreras ya no volveréis más, van dedicadas estas palabras que acabáis de oírme. Para los que habéis de volver, poco tengo que añadir a lo dicho; pero para los que emprendéis desde hoy la lucha organizada por la existencia digna, tengo la obligación de recordaros como última lección a recibir, y como la más importante de todas ellas, que todo cuanto aquí aprendisteis os lo dio la Patria y que es en el mayor esplendor y gloria de ella en lo que tenéis la obligación de usarlo. No olvidéis esto jamás: ¡los grandes hombres hacen las grandes patrias!

Una comedia que se inicia con este solemne discurso académico por boca del orondo decano en el paraninfo de la facultad de medicina y que, a continuación, muestra a tres mozalbetes recién licenciados cuya única intención es casarse con cualquier rica heredera que les solucione la vida sólo puede ser una comedia subversiva. Tan subversiva como el humor de los hermanos Mihura, Jerónimo y Miguel.

Escrita por el primero de ellos (en esta ocasión, Miguel, el célebre dramaturgo, no participó en la película) y por José Luis Sáenz de Heredia, propietario fundador de la productora Chapalo Films, El camino de Babel se caracteriza por una continua caricaturización de las convenciones pequeñoburguesas. Mofa que llega, huelga decirlo, hasta donde las circunstancias y la censura franquista permitían llegar: a fin de cuentas, el desenlace de la historia hará que las cosas vuelvan a su cauce.

Brandolet (Manolo Morán) flanqueado a la izquierda por Bruno
(Antonio Riquelme) y a la derecha por el doctor Gamíndez (Nicolás Perchicot)

Pero burla burlando son diversas las instituciones satirizadas. En primer lugar, el sacrosanto matrimonio, que para el trío de amigos formado por César (Alfredo Mayo), Marcelino (Fernando Fernán Gómez) y Arturo (Miguel del Castillo) no es más que un absurdo contrato entre familias del que conviene aprovecharse para ascender en la escala social y asegurarse una pudiente situación económica. De ahí que César y Marcelino decidan concertar un pacto, del que sólo el prudente Arturo quedará al margen. Aunque, mediante una ingeniosa pirueta narrativa, al final sea este último quien consiga contraer nupcias con la rolliza Enriqueta (Julia Lajos) para llegar en auxilio de sus antiguos y atribulados camaradas.

«¡Los grandes hombres hacen las grandes patrias!», les habían dicho el día que acabaron la carrera. Pero estos tres ni son grandes ni demuestran que les importe gran cosa la Patria, pues con su actitud únicamente contribuirán a perpetuar la hipocresía en el mundo. Y así, apesadumbrados por haber dilapidado la fortuna paterna y por haberse hecho ilusiones al dejarse engatusar por los disparatados proyectos del chiflado Brandolet (Manolo Morán), admitirán haber aprendido la "lección" para acabar abrazándose a sus queridas Laura (Guillermina Grin) y Elena (Mary Lamar).

Érase un hombre a un bigote pegado: Fernando Fernán Gómez

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