viernes, 27 de abril de 2018

La forma del agua (2017)
















Título original: The Shape of Water
Director: Guillermo del Toro
EE.UU., 2017, 123 minutos

La forma del agua (2017)

El mismo esqueleto revestido con diferentes ropajes: he ahí una posible definición de La forma del agua respecto a lo que había sido, más de una década antes, El laberinto del fauno. Porque ambos filmes comparten no sólo una similar fotografía tenebrista, con presencia masiva de tonalidades verdes en cada plano y una luz como de puesta de sol, sino un mismo universo en el que criaturas de ensueño irrumpen en la realidad más anodina. De hecho, Guillermo del Toro recurre en uno y otro caso al mismo actor (Doug Jones) para meterse en la piel del ente protagonista, que aquí es un hombre anfibio cuya posesión se disputan los dos bloques de la Guerra Fría.

Una fórmula que, al parecer, no ha perdido ni un ápice de vigencia, si se tienen en cuenta los cuatro Oscar cosechados por The Shape of Water frente a los tres que ya obtuviera El laberinto del fauno. Lo cual daría pie a la curiosa reflexión que lleva implícita una cinta de tales características: ¿si se ambienta en los años cincuenta, como es el caso, debe una película mostrar un diseño de producción semejante a los de antaño o, por contra, es preferible sacar partido de la espectacularidad que permiten los efectos especiales de hoy en día?



Cuestión que del Toro soluciona con una sabia amalgama de elementos, desde la apariencia del anfibio (claramente inspirada en el imaginario de la Serie B de la época) hasta las secuencias acuáticas, un portento cuya compleja puesta en escena es resuelta por el mejicano aportando la habitual dosis poética de la mayor parte de su filmografía.

Y es que, como en toda fábula, la historia que aquí se plantea se presta a lecturas alegóricas de todo tipo. En ese sentido, el idilio entre Elisa (Sally Hawkins) y el batracio humanoide equivaldría a la enésima recreación del mito de la bella y la bestia, pero también, dada la condición muda de ambos, a una metáfora sobre la verdadera esencia del amor, entendido como el triunfo del afecto puro y sincero por encima de la palabrería fútil.


2 comentarios:

  1. También opino que es muy parecida a "El laberinto del fauno". Y puede que mejor incluso.

    Un abrazo.

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    1. Probablemente, teniendo en cuenta la sutileza con la que trata determinados temas entre líneas.

      Gracias por comentar y hasta pronto,
      Juan

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