lunes, 23 de abril de 2018

Custodia compartida (2017)




Título original: Jusqu'à la garde
Director: Xavier Legrand
Francia, 2017, 93 minutos

Custodia compartida (2017)


"Entre Hitchcock y Chabrol..." Pues bueno: es sorprendente de lo que son capaces las productoras con tal de promocionar una película para que los incautos espectadores se lancen a verla sin pensárselo dos veces. Lo curioso es que Custodia compartida (Xavier Legrand, 2017) no tiene nada, a nuestro parecer, de ninguno de los dos directores con los que la compara el eslogan publicitario. Si un caso, hay momentos puntuales en los que parece asomar el inquietante influjo de un Haneke, por ejemplo. Pero tampoco demasiado.

Su director, el actor y realizador francés Xavier Legrand, debuta en el largometraje con un filme intenso, casi abrumador, que desarrolla el mismo planteamiento y personajes de Avant que de tout perdre (2013), corto por el que optara al Oscar y que ahora ha dado pie a esta historia doblemente premiada en Venecia y San Sebastián.



En su afán por hacernos partícipes de la angustia que atenaza a los protagonistas, Legrand sitúa la cámara justo delante de los actores (caso de la larga comparecencia judicial con la que se abre la película) o la lanza tras ellos, como cuando Julien (Thomas Gioria) sale huyendo despavorido del coche ante la ira del padre (Denis Ménochet): colocándonos en plano de igualdad con los personajes se genera una tensión dramática que llega a su punto álgido en la escena del allanamiento, "con nocturnidad y alevosía", del domicilio donde habitan madre e hijo. Tirantez que, en los momentos previos a la airada irrupción de Antoine, se ve incrementada por la incertidumbre que generan, tanto en Miriam (Léa Drucker) como en nosotros mismos, el silencio y la oscuridad que se adueñan de la pantalla.

Otra de las secuencias a tener en cuenta de Jusqu'à la garde es la fiesta en la que Joséphine (Mathilde Auneveux), la hija mayor de Antoine y Miriam, interpreta junto a Samuel (Mathieu Saikaly) el tema "Proud Mary", si bien no en la versión original que John Fogerty compusiera para los Credence Clearwater Revival, sino en la que harían célebre Ike y Tina Turner en 1971. Detalle en absoluto baladí, habida cuenta de la tempestuosa relación que protagonizó dicha pareja artística dentro y (sobre todo) fuera de los escenarios y que sería llevada al cine por Brian Gibson en 1993 con el biopic Tina.


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