Título original: Les grands esprits
Director: Olivier Ayache-Vidal
Francia, 2017, 106 minutos
El buen maestro (2017) de Olivier Ayache-Vidal |
Definitivamente, Francia está "enferma". Aunque la dolencia que la aqueja es una secuela comprensible tras la brutal oleada de atentados terroristas que, en los últimos tiempos, ha sacudido a aquel país. Si hace unos días veíamos cómo en el filme Una razón brillante se pretende aleccionar a los espectadores sobre los efectos balsámicos del binomio educación más tolerancia, ahora nos llega otro título que insiste sobre esas mismas ideas.
Con todo, desde el primer instante es fácil que a uno lo asalte una decepcionante sensación de déjà vu mientras van siendo desgranadas las diferentes situaciones que plantea Les grands esprits. En ese aspecto, el primer largometraje dirigido por el realizador Olivier Ayache-Vidal pretende recoger el testigo de lo que ya se decía hace una década en Entre les murs, si bien a través de un discurso menos contundente que el que allí utilizaba Laurent Cantet.
Como en todas las películas con mensaje, su protagonista experimenta una metamorfosis: la misma que se espera provocar entre el público en aras de una sociedad más integradora. François Foucault (Denis Podalydès) representa al típico profesor de literatura pedante, parapetado en su erudición e incapaz, tras muchos años de docencia, de conectar con unos alumnos cuya incultura le desespera. Es entonces cuando un azar del destino lo arranca del confortable reducto elitista que es el liceo Henri IV para arrojarlo a las procelosas aulas de un instituto público de las afueras de París donde, ¡milagro!, no sólo logra inculcar el interés por Victor Hugo entre un alumnado inicialmente apático y de lo más variopinto, sino que también le queda tiempo para cuestionar las estrictas medidas de disciplina del centro (los temibles CD o Consejos de Disciplina mediante los que son expulsados los estudiantes más conflictivos) e incluso flirtear con una profesora más joven que, para colmo, es la pareja de su máximo oponente en el claustro.
Sorprende comprobar, desde Hoy empieza todo (Bertrand Tavernier, 1999) hasta En la casa (François Ozon, 2012) o La profesora de historia (Marie-Castille Mention-Schaar, 2014), cómo en el país de la Ilustración se sigue creyendo en el poder transformador de la cultura para mejorar el mundo y hacerlo más igualitario. Discurso que choca frontalmente con la realidad de los guetos y el creciente descontento de los inmigrantes de segunda e incluso de tercera generación, que ya no se identifican con ese modelo. ¿Podrá el cine revertir dicha situación mediante películas de planteamiento tan candoroso como el de El buen maestro? La respuesta es tan obvia que no vale la pena ni contestar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario