sábado, 14 de abril de 2018

Una razón brillante (2017)




Título original: Le brio
Director: Yvan Attal
Francia/Bélgica, 2017, 95 minutos

Una razón brillante (2017) de Yvan Attal


No va a ser nada fácil que la sociedad francesa se recupere de las profundas heridas ocasionadas tras los mortales atentados terroristas de los últimos tiempos. La vida, sin embargo, continúa y, dentro de dicho contexto de emociones a flor de piel, se suceden las películas nacidas con la firme voluntad de inculcar en el espectador de aquel país la idea de que razón y argumentos deben imponerse a la retórica del odio y la violencia.

De ahí que Le brio arranque con el testimonio de lo mejor que ha dado Francia en materia cultural durante los últimos decenios: los rostros de Lévi-Strauss, Gainsbourg, Brel o Romain Gary explicando en primera persona cuán importante es el valor de la palabra como base de las luces que hicieron de su cultura la cuna del pensamiento moderno.



En ese contexto, el actor y director Yvan Attal se descuelga con un filme cuya protagonista (interpretada por Camélia Jordana) proviene de los mismos suburbios en los que la falta de expectativas ha alimentado entre los inmigrantes de segunda generación un sentimiento de desafección hacia los valores republicanos que, al fin y a la postre, ha demostrado ser letal. Al hacer, pues, que la joven Neïla Salah no sólo se interese por matricularse en la facultad de derecho, sino que además triunfe en un concurso de oratoria se está marcando el ejemplo a seguir para la correcta integración en el sistema de toda esa juventud.

En el otro extremo, Pierre Mazard (el personaje de Daniel Auteuil) apela a los votantes del Frente Nacional, profesionales liberales ya de una cierta edad, abiertamente intolerantes ante el hecho multicultural y, por ende, copartícipes en ahondar con su actitud la brecha entre las dos Francias. Sin embargo, Una razón brillante opta por unir estos dos perfiles antagónicos en lo que supone una nueva variación del mito de Pigmalión, ahora con el trasfondo (como se dice en repetidas ocasiones a lo largo de la película) de un mundo en el que lo importante ya no es la verdad, sino convencer o tener razón. En otras palabras: por más que se cite a Schopenhauer o el Julio César de Shakespeare, lo que en realidad ilustra Le brio es que el terreno está abonado para el advenimiento de líderes políticos como Macron o Albert Rivera.


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