Director: Vicente Escrivá
España/Italia, 1976, 100 minutos
La lozana andaluza (1976) de V. Escrivá |
La señora Lozana fue natural compatriota de Séneca y no menos en su inteligencia y resaber, la cual desde su niñez tuvo ingenio y memoria y vivez grande, y fue muy querida de sus padres por ser aguda en servillos y contentallos, y, muerto su padre, fue necesario que acompañase a su madre fuera de su natural. Y esta fue la causa que supo y vido munchas cibdades, villas y lugares d'España, que agora se le recuerdan de casi el todo, y tiñié tanto intelecto que casi escusaba a su madre procurador para sus negocios. Siempre que su madre la mandaba ir o venir, era presta; y, como pleiteaba su madre, ella fue en Granada mirada y tenida por solicitadora perfecta y prenosticada futura. Acabado el pleito y no queriendo tornar a su propia cibdad, acordaron demorar en Xerez y pasar por Carmona. Aquí la madre quiso mostrarle tejer, el cual oficio no se le dio ansí como el ordir y tramar, que le quedaron tanto en la cabeza, que no se le han podido olvidar.
Francisco Delicado
Retrato de la lozana andaluza
Pocos, muy pocos, son los que han leído La lozana andaluza, publicada anónimamente en Venecia en 1528. Cosa bastante comprensible si se tiene en cuenta la densidad de un texto plagado de oscuras alusiones de carácter sexual, construido a base de enrevesadas oraciones de período largo, dividido en capítulos llamados mamotretos y dialogado como La Celestina, el modelo del que bebe Francisco Delicado.
Lo cual plantearía la primera paradoja respecto a la versión cinematográfica dirigida por Vicente Escrivá, a saber: que una obra literaria de extrema complejidad dé pie a una película frívolamente superficial. Pero es que en la época del destape, adaptar un clásico era la coartada perfecta para sacar adelante proyectos que, de lo contrario, difícilmente habrían visto la luz. Y es que la cultura siempre ha abierto puertas, sobre todo las custodiadas por los severos censores.
No es de extrañar, pues, que ya en los títulos de crédito se insistiera en el origen libresco del largometraje, al indicar que estaba libremente inspirado en la inmortal obra "del Vicario del Valle de Cabezuela, Padre Francisco Delicado". Así, subrayando al mismo tiempo la condición de religioso del autor, se pretendía atenuar el erotismo de muchas de sus escenas.
No se trata, ni de lejos, de un caso aislado, ya que justo por las mismas fechas se estrenaron las dos partes de El libro de buen amor: la primera (1975) dirigida por Tomás Aznar y la segunda (un año más tarde), de Jaime Bayarri. Y en ambas entregas con idéntico resultado: el de una prestigiosa referencia literaria utilizada como pretexto para eludir la censura y como estrategia comercial encaminada a dignificar lo que, de otro modo, no pasaría de subproducto erótico y así despertar, a la vez, el interés de un público más amplio.
Sea como fuere, y volviendo a La lozana andaluza, no puede negarse el talento de algunos de los artistas que participaron en ella: Antón García Abril en la banda sonora, Rafael Alonso en el papel del judío Trigo... Un elenco que nos depara, incluso, alguna que otra sorpresa, como ver a Junior vestido de mujer o a Pilar Torres (la Bea de Verano Azul) encarnando a una grácil danzarina (a la par que cantante) que hace las delicias de nobles y meretrices.
De izquierda a derecha: Maria Rosaria Omaggio, Junior y Diana Lorys |
No se trata, ni de lejos, de un caso aislado, ya que justo por las mismas fechas se estrenaron las dos partes de El libro de buen amor: la primera (1975) dirigida por Tomás Aznar y la segunda (un año más tarde), de Jaime Bayarri. Y en ambas entregas con idéntico resultado: el de una prestigiosa referencia literaria utilizada como pretexto para eludir la censura y como estrategia comercial encaminada a dignificar lo que, de otro modo, no pasaría de subproducto erótico y así despertar, a la vez, el interés de un público más amplio.
Sea como fuere, y volviendo a La lozana andaluza, no puede negarse el talento de algunos de los artistas que participaron en ella: Antón García Abril en la banda sonora, Rafael Alonso en el papel del judío Trigo... Un elenco que nos depara, incluso, alguna que otra sorpresa, como ver a Junior vestido de mujer o a Pilar Torres (la Bea de Verano Azul) encarnando a una grácil danzarina (a la par que cantante) que hace las delicias de nobles y meretrices.
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