sábado, 27 de mayo de 2017

El buen amor (1963)




Director: Francisco Regueiro
España, 1963, 82 minutos

El buen amor (1963) de Francisco Regueiro


... é ayuda á mí, tu arcipreste,
Que pueda fazer "Libro de Buen Amor" aqueste,
Que los cuerpos alegre é á las almas preste.

Juan Ruiz, Arcipreste de Hita

El buen amor fue el primer largometraje dirigido por el vallisoletano Francisco Regueiro. También fue la primera de sus películas que tuve ocasión de ver, allá por marzo de 2009 (si ma memoire est bonne…), con motivo de su visita a la Filmoteca de Catalunya, cuando ésta aún tenía su sede en la sala Aquitània de Sarrià. Y conviene señalarlo, ya que el realizador destilaba por aquel entonces en sus comentarios un sentido del humor rayano en la ironía que tal vez ayude a contextualizar filmes como éste.



De entrada, no deja de ser sarcástico que se titule precisamente El buen amor, teniendo en cuenta lo anodino de la relación que mantienen Jose (Simón Andreu) y Mari Carmen (la francesa Marta del Val). Así pues, y pese a aparentar que son una pareja dispuesta a pasar un domingo de "libertad" en Toledo, a la mínima desavenencia, él se buscará a otra para que lo acompañe al cine. De hecho, ya en la estación, al encontrarse con un antiguo compañero de estudios, Jose parece reaccionar con evasivas:

-Te he visto con una chica en el tren. ¿Tienes novia?
-Ah, no. ¡Qué va! Es una chica de aquí de Toledo. Oye: tampoco tengo yo novia, eh.

En realidad, llevan un año saliendo juntos, pero el muchacho se ha visto obligado a mentirle al otro, numerario del Opus Dei, porque Mari Carmen y él van de incógnito. ¿Cómo puede ser bueno un amor furtivo, condicionado por imposiciones de orden social, moral o familiar? En la inconsciencia de sus veinte años, los universitarios Jose y Mari Carmen creen que se quieren, cuando, en realidad, son apenas víctimas de la opresión del ambiente.



En ese sentido, su historia enlaza con la de otras parejas del Nuevo cine español: Nueve cartas a Berta, Nunca pasa nada, Llegar a más... Jóvenes que no vivieron la guerra, pero que se asfixian en la irrespirable atmósfera provinciana de un país donde aún son visibles las secuelas de aquel conflicto. De hecho, los diálogos de El buen amor están repletos de referencias a la contienda, sobre todo durante el largo trayecto en tren (más de veinte minutos de metraje) con el que se abre la cinta.

Tiene algo de cine polaco ese viaje en ferrocarril, donde los protagonistas comparten vagón de tercera con una pareja de guardiaciviles, monjas, vendedores de "auténticas" plumas Parker falsas y demás especímenes de la España carpetovetónica. Y aunque puede que el joven Regueiro aún no conociese la cinematografía de aquel país, lo que está claro es que tanto la Polonia comunista como la España de Franco eran regímenes militares y opresivos, por lo que un cineasta, sensible a lo que sucede a su alrededor, lo mismo aquí que allá debía forzosamente captar lo que se respiraba en el ambiente. Como en la Italia neorrealista de Antonioni, otro de los referentes que destilan esos travelines a través del Toledo monumental e histórico, teñido por la mortecina quietud en blanco y negro de una tediosa tarde dominical.


No hay comentarios:

Publicar un comentario