martes, 28 de junio de 2016

La Celestina (1969)




Director: César (Fernández) Ardavín
España/Alemania, 1969, 123 minutos

La Celestina (1969) de César Ardavín


De las varias adaptaciones cinematográficas que se han llevado a cabo de La Celestina, tal vez sea la del director César Ardavín (1921–2012) la que mayor éxito de público cosechó en su momento. Y no sólo por tratarse de un clásico de la literatura española sino que muy probablemente también tuvo bastante que ver en ello el lenguaje realista (y a veces incluso soez) que utilizan los personajes y, de un modo especial, el erotismo incipiente del que comenzaban a manifestarse los primeros síntomas en el cine español de finales de los sesenta. Tanto lo uno como lo otro ya estaba presente en el original de Fernando de Rojas, así que el mérito de los productores (asesorados por el académico Manuel Criado del Val) consistió más bien en preservar, potenciar y saber poner al día el contenido de la obra.

Coproducción hispanoalemana, sus exteriores se rodaron en Toledo (y no en Salamanca como marca la tradición). Aunque si por algo destaca la película es por el cuidado diseño de los decorados, en los que el propio Ardavín supo mezclar acertadamente clasicismo y modernidad, manteniendo incluso el carácter teatral de la escenografía (con el correspondiente número de acto sobreimpreso en la parte superior del encuadre).

«¡Confesión, confesión!»

Es ésta una Celestina con mucho colorido, en la que, además de los ya mencionados decorados, también el vestuario y la dirección de fotografía contribuyen a remarcar dicho aspecto. Color que, en más de una ocasión, adquiere un evidente valor simbólico: como el rojo que tiñe el cielo o el plano en su integridad y que lo mismo indica pasión amorosa que la sangre de los malogrados amantes.

La actriz Amelia de la Torre (1905–1987) compone una convincente alcahueta, mientras que los papeles de Calisto y Melibea fueron interpretados por Julián Mateos y Elisa Ramírez, respectivamente. El resto del reparto lo integran Antonio Medina (Sempronio), Gonzalo Cañas (Pármeno) y actores alemanes: Ursula Mellin (Elicia), Heidelotte Diehl (Areúsa), Eva Guerr (Lucrecia), Eva Lissa (Alisa) y Konrad Wagner (Pleberio).

Sin embargo, y pese a la fidelidad de la adaptación y la excelente banda sonora de Ángel Arteaga, el filme adolece de algunos defectos que en seguida saltan a la vista. Por ejemplo, su excesiva duración (más de dos horas), lo cual va unido, además, a que el ritmo se ralentiza innecesaria e inexplicablemente en el tramo final. Y, en especial, el hecho de que se prescinda del planto de Pleberio, momento de singular patetismo y que al desaparecer le resta fuerza dramática al desenlace.

«Jamás querría, señora, que amaneciese»

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