lunes, 20 de junio de 2016

Mi hija, mi hermana (2015)




Título original: Les cowboys

Director: Thomas Bidegain
Francia, 2015, 104 minutos

Mi hija, mi hermana (2015) de Thomas Bidegain


El guionista Thomas Bidegain (conocido hasta la fecha por su colaboración en filmes de la talla de Un profeta, De óxido y hueso o Dheepan) debuta en la dirección nada más y nada menos que con un remake de Centauros del desierto. Y sin duda está a la altura del reto. Porque si John Ford son palabras mayores no menos arriesgado era llevarse la historia al contexto actual de guerra contra el yihadismo.

Varios son los puntos fuertes de Les cowboys: por una parte la fotografía de Arnaud Potier, logrando la sólida pátina plomiza que en determinados momentos le conviene a una narración de este tipo; en segundo lugar, la sabiduría con la que se llevan a cabo las transiciones temporales: nada de rótulos sobreimpresionados con aquello típico de Cinco años después... Aquí es el espectador el que debe deducir las cosas en función de lo que ve, lo cual siempre es una buena noticia. Por último, esta es una historia de búsquedas, no sólo de la hija o de la hermana (como reza el título de la versión española) sino también a nivel personal: buscando a Kelly (Iliana Zabeth), Alain (François Damiens) y Kid (Finnegan Oldfield) están en realidad buscándose a sí mismos.

Es por ello que en Mi hija, mi hermana hay varias películas en una: se trata de una estructura, la del filme que fluye como un río con varios afluentes, que recuerda de forma remota a la de Vete y vive (Va, vis et deviens) dirigida en 2005 por el rumano Radu Mihaileanu. Si allí se hablaba de judíos de origen etíope, ahora le toca el turno a cowboys franceses que viajan a Pakistán.

John C. Reilly (izquierda) y Finnegan Oldfield (derecha)

¿Defectos? Pues a buen seguro que debe tenerlos. Por de pronto se nos ocurre el hecho de que los personajes se vayan enterando de los sucesivos atentados del 11-S, Madrid, Londres... a través de un televisor en un bar (¡o en un calabozo!) o de la radio de una ambulancia. Quizá no habría sido necesario subrayar continuamente de un modo tan explícito en qué momento histórico se encuentran los protagonistas de una trama que arranca en 1994.

Pero al margen de posibles imperfecciones, lo importante es que Les cowboys es una película que emociona y que sabe enganchar, mostrando la evolución de unos personajes a los que vemos crecer en pantalla.


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