lunes, 5 de agosto de 2024

Sostiene Pereira (1995)




Director: Roberto Faenza
Italia/Francia/Portugal, 1995, 104 minutos

Sostiene Pereira (1995) de Roberto Faenza


Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa resplandecía. Parece que Pereira se hallaba en la redacción, sin saber qué hacer, el director estaba de vacaciones, él se encontraba en el aprieto de organizar la página cultural, porque el Lisboa contaba ya con una página cultural, y se la habían encomendado a él. Y él, Pereira, reflexionaba sobre la muerte.

Antonio Tabucchi
Sostiene Pereira
Traducción de Carlos Gumpert y Xavier González Rovira

La gradual toma de conciencia del protagonista de Sostiene Pereira (1995) la convierte en uno de los títulos más políticamente comprometidos de toda la filmografía de Marcello Mastroianni. El retrato tierno de un viejo periodista, ambientado en la Lisboa de 1938, que supuso, además, el último éxito comercial en la carrera del gran actor italiano.

Adaptación de la novela homónima de Antonio Tabucchi, se trata de un entrañable alegato a favor del papel crucial de los medios de comunicación a la hora de denunciar injusticias y dar voz a los oprimidos. Sin embargo, Pereira comienza siendo un timorato hombre de letras, experto en literatura francesa, sí, pero reacio a tomar partido por ninguna causa que lo saque de su zona de confort, a base de omelettes y limonadas.



No obstante, la cosa cambia cuando el veterano cronista, acostumbrado a hablar con el retrato de su difunta esposa, entra en contacto con Monteiro Rossi (Stefano Dionisi), un joven de ideas revolucionarias que, junto con su novia Marta (Nicoletta Braschi), le contagiará un vitalismo de consecuencias trascendentales. Aunque también el doctor Cardoso (Daniel Auteuil), con sus teorías de la confederación de almas, ejerce una influencia decisiva sobre el anciano, hasta entonces obsesionado con el género necrológoco.

Aun así, y a pesar de tratarse de una buena película, quizá pudiera objetarse que la puesta en escena de Roberto Faenza, unida a la omnipresente música incidental (por más que ésta sea obra del maestro Morricone), dan como resultado un filme excesivamente amable, incluso naíf en muchos momentos, lo cual se acaba traduciendo en una cierta superficialidad que es propia, por otra parte, de producciones concebidas para un público mainstream y, por ende, desprovistas de un tratamiento profundo de los hechos expuestos.



2 comentarios:

  1. El gran Marcello no interpreta, porque consigue convencernos de que él es Pereira.

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