viernes, 9 de agosto de 2024

La peste (1992)




Título original: The Plague
Director: Luis Puenzo
Argentina/Francia/Reino Unido, 1992, 145 minutos

La peste (1992) de Luis Puenzo


La palabra «peste» acababa de ser pronunciada por primera vez. [...] Las plagas, en efecto, son una cosa común, pero es difícil creer en las plagas cuando las ve uno caer sobre su cabeza. Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y, sin embargo, pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas. [...] Cuando estalla una guerra, las gentes se dicen: «Esto no puede durar, es demasiado estúpido». Y sin duda una guerra es evidentemente demasiado estúpida, pero eso no impide que dure. La estupidez insiste siempre, uno se daría cuenta de ello si uno no pensara siempre en sí mismo. Nuestros conciudadanos, a este respecto, eran como todo el mundo; pensaban en ellos mismos; dicho de otro modo, eran humanidad: no creían en las plagas. La plaga no está hecha a la medida del hombre, por lo tanto, el hombre se dice que la plaga es irreal, es un mal sueño que tiene que pasar. Pero no siempre pasa, y de mal sueño en mal sueño son los hombres los que pasan, y los humanistas en primer lugar, porque no han tomado precauciones. Nuestros conciudadanos no eran más culpables que otros, se olvidaban de ser modestos, eso es todo, y pensaban que todavía todo era posible para ellos, lo cual daba por supuesto que las plagas eran imposibles. Continuaban haciendo negocios, planeando viajes y teniendo opiniones. ¿Cómo habrían podido pensar en la peste, que suprime el porvenir, los desplazamientos y las discusiones? Se creían libres, y nadie será libre mientras haya plagas.

Albert Camus
La peste
Traducción de Rosa Chacel

El argentino Luis Puenzo dirige su particular adaptación de La peste (1992) trasladando la acción desde el norte de África a la Sudamérica de los noventa. Encabezaba el reparto William Hurt, quien interpreta al doctor Rieux, responsable, como máxima autoridad sanitaria, de controlar la epidemia que asola la ciudad de Orán y, al mismo tiempo, cronista encargado de dejar constancia de los cruentos estragos que el virus deja a su paso.

Completaron el elenco Robert Duvall, Sandrine Bonnaire, Raúl Julia y Jean-Marc Barr. Todos ellos componentes del núcleo duro de personajes y dispuestos a hacer frente de muy diversas maneras a la emergencia médica en la que se hallan inmersos. A algunos, como Grand (Duvall), les da por la literatura, si bien reescribe continuamente el mismo párrafo. Otros, caso de los periodistas Tarrou (Barr) y Rambert (Bonnaire), que además son pareja sentimental, intentan llevar a cabo su labor informativa pese a la separación impuesta por la cuarentena. Por último, Cottard (Julia) responde a un perfil de tendencias suicidas que finalmente se atrinchera en su casa y la emprende a tiros con los transeúntes que pasean bajo su balcón.



A grandes rasgos, el guion y puesta en escena de Puenzo mantiene intacto el mensaje del texto del premio Nobel Albert Camus (1913-1960) para recordarnos que la plaga, con toda su carga metafórica que poco o nada tiene que ver con el castigo bíblico que predica desde el púlpito el padre Paneloux (Lautaro Murúa), pudiera rebrotar en el futuro con renovadas fuerzas. Lección no sólo aplicable al germen de la peste, sino a cualquier movimiento ideológico (verbigracia, el fascismo) que, después de haber sido derrotado en apariencia, continúa sin embargo latente en las sociedades modernas.

Lectura que, en lo concerniente a Argentina, adonde se rodó la película, adquiere una dimensión aún más trágica si cabe, toda vez que la población infectada y recluida en el estadio, así como los continuos disturbios en las calles, remiten a una cruda realidad que el país ha vivido de forma recurrente en no pocas ocasiones a lo largo de su historia, desde el golpe militar de Videla hasta el posterior corralito.



No hay comentarios:

Publicar un comentario