miércoles, 28 de agosto de 2024

Isla Perdida (2024)




Título original: Haunted Heart
Director: Fernando Trueba
España/EE.UU./Colombia, 2024, 128 minutos

Isla Perdida (2024) de Fernando Trueba


Como si de un trampantojo se tratase, comienza Haunted Heart (2024) dejando entrever una serie de elementos (ambiente estival, cotidiano, a orillas del mar) que pudiera hacer pensar, por ejemplo, en el cine de Rohmer. Craso error, porque lo que le aguarda al espectador durante las próximas dos horas no tiene nada que ver con ese tipo de planteamiento a lo Nouvelle vague.

Fiel a su condición de cinéfilo irredento, eso sí, Fernando Trueba se sirve de recursos muy diversos para lograr que la trama avance y vaya gradualmente transformándose en un thriller romántico de inspiración hitchcockiana. Así pues, cada nueva pista que descubra Álex (Aida Folch) en su afán por conocer mejor al misterioso hombre del que está perdidamente enamorada dejará al descubierto el turbio e inquietante pasado de Max (Matt Dillon).



El hecho de que haya rodado en inglés y en una remota isla griega el que de momento es su último largometraje corrobora, una vez más, la vocación cosmopolita de un director que, siempre que puede, aprovecha para colar en sus películas alguna pincelada jazzística, otra de sus grandes pasiones/obsesiones. Lo cual, dicho sea de paso, le sirve en esta ocasión no sólo para perfilar el lado oscuro del protagonista, sino también para emular una escena calcada al célebre momento de Casablanca (1942) en el que el personaje de Bogart enfurece cuando de repente escucha una melodía que le evoca recuerdos dolorosos de su vida anterior.

Sin embargo, y por más ilustres que sean los referentes de los que bebe el guion, escrito por Trueba junto con Rylend Grant, a la historia narrada le falta credibilidad, aparte de que esboza personajes, sobre todo en la primera parte, la que transcurre en el restaurante durante el verano, que luego, como si quedasen colgados, tendrán escasa o nula trascendencia en el desarrollo posterior de la acción. Aun así, la progresiva tensión dramática de la cinta, elegantemente fotografiada por el colombiano Sergio Iván Castaño y con banda sonora del prestigioso compositor polaco Zbigniew Preisner, colaborador habitual de Trueba en los últimos tiempos, desemboca en un final que no por previsible resulta menos trágico.



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