sábado, 10 de agosto de 2024

Codo con codo (1967)




Director: Víctor Auz
España, 1967, 84 minutos

Codo con codo (1967) de Víctor Auz


Como solía ser habitual en este tipo de productos, concebidos para la promoción del cantante o conjunto musical de turno, el "argumento" de Codo con codo (1967) se reduce a un cúmulo de canciones que los intérpretes (Massiel, Micky y Bruno Lomas) irán desgranando, vengan o no a cuento, a lo largo de los ochenta minutos escasos de metraje. De hecho, casi podría afirmarse que los diálogos están para que sirvan de relleno entre actuación y actuación. Vamos, que el objetivo era básicamente que los fans fuesen al cine a ver, y sobre todo a escuchar, a sus ídolos.

En cualquier caso, la película se centra en tres amigos y aspirantes al estrellato que, aparte de subirse al escenario, tienen sus más y sus menos entre ellos. Así pues, si Micky adopta el rol de buen chico, excéntrico y algo patoso, que termina siendo el novio formal de Massiel, a Bruno le corresponde un papel algo más díscolo, ya que, además de iniciar una relación con una joven de clase alta llamada Mayte (Pilar Velázquez), se le subirá pronto la fama a la cabeza hasta casi traicionar a su mejor amigo.



Prestando un mínimo de atención a alguno de los temas que componen el repertorio de la cinta, resulta relativamente fácil darse cuenta de cuál era el modelo que inspiraba a aquellos yeyés españoles de finales de los sesenta. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el bailable "Es muy difícil", compuesto e interpretado por Bruno Lomas, y cuya sonoridad parece calcada del "It's Not Unusual" que hiciera célebre Tom Jones un par de años antes, en 1965. Massiel, en cambio, canta un par de temas de Luis Eduardo Aute, "Rosas en el mar" y "Hasta mañana". Y Micky... ¿Qué añadir del inefable Micky y de su banda Los Tonys? Pues que títulos como "El problema de mis pelos" o "No se puede ser vago" ya lo dicen todo.

Sobre el hoy olvidado Víctor Auz (El Ferrol, 1935), director y guionista de este su único largometraje, filmado en Panorámica y rutilante Eastmancolor, merece la pena señalar que reside desde hace décadas en Las Palmas de Gran Canaria, donde, aparte de cónsul honorario de Irlanda y profesor de Ética en una escuela de negocios, mantiene una estrecha colaboración con el Teatro Cuyás. De hecho, en época de Fraga ocupó durante un tiempo el cargo de comisario de los Teatros Nacionales, puesto del que dimitiría tras entrar en conflicto con la censura franquista. Aunque ésa, como suele decirse, ya es otra historia.



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