Director: Antonio Giménez-Rico
España, 1997, 90 minutos
Las ratas (1997) de Antonio Giménez-Rico |
Mas al chiquillo no le agradó la faena del abuelo. Por principio le repugnaba la muerte en todas sus formas. Con el tiempo apenas se modificó su actitud; es decir, sólo concebía muertas a las ratas que eran su sustento y a los cuervos y las urracas porque su fúnebre plumaje le recordaba el entierro del abuelo Román y la abuela Iluminada, los dos ataúdes juntos sobre el carro de la Simeona. Por la misma razón odiaba el niño a Matías Celemín, el Furtivo. [...]
Pero también aprendió el niño, junto al abuelo Román, a intuir la vida en torno. En el pueblo, las gentes maldecían de la soledad y ante los nublados, la sequía o la helada negra, blasfemaban y decían: "No se puede vivir en este desierto". El Nini, el chiquillo, sabía ahora que el pueblo no era un desierto y que en cada obrada de sembrado o de baldío alentaban un centenar de seres vivos. Le bastaba agacharse y observar para descubrirlos. Unas huellas, unos cortes, unos excrementos, una pluma en el suelo le sugerían, sin más, la presencia de los sisones, las comadrejas, el erizo o el alcaraván.
Miguel Delibes
Las ratas (1962)
Capítulo 3
Tal vez el mérito principal de esta adaptación de la novela homónima de Delibes resida en haber logrado penetrar hasta el fondo del universo narrativo de un autor del que, en 2020, se conmemoran diez años de su muerte y el centenario del nacimiento. Ocasión idónea, por tanto, para revisar una más que aceptable película cuyo máximo interés radica en el enfoque documental, cuasi etnográfico, de muchas de sus escenas. Como la impactante matanza del cerdo, antaño tan cotidiana, y que hoy podría herir la sensibilidad de más de un espectador.
De hecho, son muchos los animales que, comenzando por el propio título, poseen un enorme protagonismo en la cinta que nos ocupa, desde raposas hasta buitres, pasando por esas codiciadas ratas de agua que serán el origen de no pocas disputas. Circunstancia que, sin duda, hubo de complicar un rodaje ya de por sí largo, teniendo en cuenta que la acción transcurre a lo largo de las cuatro estaciones del año: variedad de paisajes y ambientes, magistralmente captados por el objetivo de Teo Escamilla (1940-1997) en el que había de ser uno de sus últimos trabajos como director de fotografía.
Son quizá las secuencias rodadas en la taberna, foro social por excelencia de la aldea, las que adolecen de una cierta teatralidad que viene a empañar un tanto la impecable puesta en escena concebida por Giménez-Rico, repleta de tantísimos apuntes cotidianos a propósito de usos, costumbres y oficios de la Castilla profunda y misérrima. Porque, si bien la acción transcurre en 1956 (un año después de que España entrara a formar parte de la ONU y tres tras los acuerdos de Madrid con los Estados Unidos), el Ratero y muchos de sus convecinos siguen, no obstante, viviendo en la Edad de Piedra.
De ahí el empeño manifestado por las fuerzas vivas del municipio (básicamente, el alcalde y el gobernador civil, aunque también la fanática doña Resu) para acabar con determinados modos de vida que ellos consideran primitivos, cuando no aberrantes. Pero más fuerte que la obsesión de los tecnócratas del Régimen por conseguir a toda costa el "progreso", más enérgica que la insistencia de alguna vieja beata en domesticar lugareños montaraces, la maldad de unos y otros excitará los bajos instintos del Ratero (José Caride) hasta que las pocas luces de éste lo echen todo a perder, incluido el futuro de su hijo (Álvaro Monje), dotado de una extraordinaria inteligencia natural que, sin embargo, no logra impedir la tragedia.
Delibes va tenir força sort amb el tema de les adaptacions dels seus llibres al cinema, ell mateix ho reconeixia i n'era conscient.
ResponderEliminarNo sé si "sort" és la paraula, Júlia, però, en qualsevol cas, sí que és cert que films mítics com ara "Los santos inocentes" de Mario Camus van sorgir de l'univers novel·lístic creat per ell.
EliminarQue tal Juan!
ResponderEliminarLeo con atención tu reseña. No he visto la pelicula ni tampoco he leido la obra de Delibes. Supongo que debe de ser todo un reto embarcarse en una adaptación como esta. Al leer el nombre de Giménez Rico me ha venido a la cabeza su imagen en los programas de Garci.
Pues nada, aprovecharemos este largo fin de semana para meternos una buena dosis de cine.
Saludos!
En unas declaraciones que contienen los extras del DVD, comenta Giménez-Rico, con cierta ironía, que cada diez años le "toca" adaptar alguna novela de Delibes. Lo hizo en 1976 con "Retrato de familia", en 1986 con "El disputado voto del señor Cayo" y, por último (o de momento, aunque creo que está más bien retirado), con "Las ratas", que te recomiendo encarecidamente.
EliminarGracias por tu comentario y a disfrutar de estos días de asueto.