Título original: Death and the Maiden
Director: Roman Polanski
Reino Unido/Francia, 1994, 103 minutos
La muerte y la doncella (1994) de Roman Polanski |
En lugar del muy poético (y muy schubertino) La muerte y la doncella, esta película podría haber llevado por título El torturador torturado o, mejor aún, La atormentada atormentadora, ya que siendo, como es, una pieza de cámara a tres bandas, las tensas relaciones entre los personajes giran en torno al trauma vivido por una antigua activista sudamericana a manos de sus captores y el particular ajuste de cuentas que ésta se toma al cabo de los años.
La acción se sitúa en un país imaginario de la América Latina, si bien no son pocas las pistas que apuntan hacia la posibilidad de que pueda tratarse de Chile. De entrada porque, pese a haber nacido en Buenos Aires y residir en los Estados Unidos, ésa es la nacionalidad del dramaturgo Ariel Dorfman, autor de la obra teatral en la que se basa el filme. Los más observadores, además, repararán en la presencia de un enorme póster de Neruda colgado en la pared del salón del matrimonio Escobar, amén de un ejemplar de Confieso que he vivido, las memorias del poeta chileno, que reposa sobre la mesa.
Los exteriores se rodaron en la costa de Meirás (A Coruña) |
Resulta llamativo que del exitoso montaje original en Broadway de Death and the Maiden, dirigido en 1992 por Mike Nichols y protagonizado por Glenn Close, Gene Hackman y Richard Dreyfuss, no quede nadie en la versión cinematográfica, si bien tanto Polanski como Sigourney Weaver o Ben Kingsley son, asimismo, nombres de peso. En cualquier caso, no cabe duda de que el poso ideológico y aun dramático de la historia se ajusta como anillo al dedo al universo fílmico del director polaco, cuya filmografía rebosa de ambientes claustrofóbicos y planteamientos eminentemente teatrales con pocos intérpretes.
Como no podían faltar, tampoco, los habituales guiños cinéfilos de un cineasta con especial predilección por el suspense hitchcockiano. Así, por ejemplo, la escena en la que el coche del doctor Miranda (Kingsley) gravita sobre el acantilado por el que más tarde se acabará precipitando remite a una situación muy parecida de Con la muerte en los talones (1959), por no mencionar, ya en un nivel de mayor sutileza, la ambigüedad a propósito de la inocencia o implicación de Miranda en los hechos, dando pie a un juego similar al que acontecía con el personaje de Cary Grant en Sospecha (1941). Aunque, a decir verdad, la actitud de Paulina Lorca (Weaver) conecta de pleno con la de Vera Miles en Revenge (1955): el primer y célebre episodio de la serie televisiva Alfred Hitchcock presenta.
Ahora que ya conoces a Mireia aprovecho para comentar que es ésta una de sus películas favoritas (junto con "Lunas de hiel", también de Polanski). A mí no me gustó tanto, la encontré demasiado opresiva y un tanto sórdida, aunque me doy cuenta de que merece una segunda oportunidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Desde luego que se trata de una película intensa, puesto que uno acaba tan exhausto como los propios personajes. Celebro haber dado en el clavo (aun sin habérmelo propuesto).
EliminarSaludos a Mireia y hasta pronto.
Hola Juan!
ResponderEliminarPues la verdad que apenas la vi en el momento de su estreno, por aquel entonces se comento bastante por aqui por lo de los exteriores gallegos.
Puesto que apenas la recuerdo volvere a ponerme con ella un dia de estos.
En breve salgo al cine a ver "Joker", a ver que tal...
Saludos!
Yo también la acabo de descubrir y debo reconocer que me ha impresionado enormemente.
EliminarYo aún no he visto "Joker", así que no te puedo decir nada al respecto.
Venga, Fran: feliz lunes.