sábado, 29 de junio de 2019

Gongjak (2018)




Título en inglés: The Spy Gone North
Director: Yoon Jong-bin
Corea del Sur, 2018, 137 minutos

The Spy Gone North (2018) de Yoon Jong-bin


No suele ser habitual que la industria cinematográfica se atreva a mostrar las interioridades de un régimen totalitario como el norcoreano. Y, cuando lo ha hecho, generalmente ha sido desde una óptica tendenciosa o incluso abiertamente paródica. Tal fue el caso, por ejemplo, en The Interview (2014), comedia al servicio de Seth Rogen y James Franco cuya finalidad principal consistía en ridiculizar a Kim Jong-un, máximo dirigente de aquel país.

Gongjak, conocida internacionalmente como The Spy Gone North, aspira a emular los grandes títulos de ritmo trepidante del cine de espionaje, en especial aquellos que se concibieron en la estela de autores superventas como Frederick Forsyth (The Day of the Jackal, 1973) o, sobre todo, el John le Carré de El espía que surgió del frío (Martin Ritt, 1965). Y lo hace inspirándose en unos hechos acaecidos en los años noventa, durante una de las crisis episódicas entre las dos Coreas.



Black Venus es el nombre en clave de ese espía que, bajo los auspicios de los Servicios Secretos surcoreanos, deberá infiltrarse en la zona enemiga con el objetivo de descubrir en qué consiste su programa nuclear. Aunque, como es lógico, tanto las escenas que transcurren en Pionyang como en Pekín han tenido que rodarse en la vecina Taiwán, territorio aliado de Seúl en términos geopolíticos.

Evidentemente, la visión que se da en Gongjak de Corea del Norte y de su régimen estalinista es del todo parcial. Sólo hay que ver cómo se retrata a Kim Jong-il, padre del actual Líder Supremo: apenas un hombrecillo arrogante y ridículo que pasa el día engullendo un güisqui tras otro. Algo que se traduce en imágenes mediante una dirección de fotografía tendente a subrayar las tonalidades oscuras, pero también a través de truculencias desmesuradas, como ese vertedero, mostrado fugazmente, al que se arrojan los cuerpos sin vida de los disidentes y donde niños hambrientos se alimentan de restos humanos.


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