Título original: Rosita (a Spanish Romance)
Directores: Ernst Lubitsch y Raoul Walsh
EE.UU., 1923, 98 minutos
Mary Pickford, la "novia de América", no quedó muy satisfecha con el resultado final de esta producción de época (la primera que dirigía el afamado Ernst Lubitsch en Hollywood). De ahí que la actriz y productora —uno de los cuatro pilares fundacionales de la United Artists junto con su marido Douglas Fairbanks, Charles Chaplin y David W. Griffith— resolviese destruir todas las copias de la película. Todas... menos la cuarta bobina, donde, al parecer, sí que había actuado a la altura de sus propias expectativas.
Ha sido, precisamente, dicho rollo, más un negativo en ruso que se conservaba en los archivos del MoMA, lo que ha permitido restaurar este filme ambientado en la Sevilla dieciochesca. Un ambiente de refinamiento y boato en el que irrumpe, como un torbellino, la figura procaz de Rosita.
Atmósfera carnavalesca y decorados monumentales en los que, amén de cientos de extras, intervinieron dos personalidades que, en años sucesivos, estarían llamadas a destacar en la floreciente meca del cine: William Cameron Menzies en la dirección artística y Mitchell Leisen como responsable del diseño de vestuario. Raoul Walsh, además, colaboró en la realización, pese a que no aparece acreditado.
La clave de la trama es una canción difamatoria que la deslenguada muchacha se atreve a entonar en público contra el monarca y que suscitará las iras del cortejo real, pero también, por esas ironías del destino, la querencia del propio rey... Soberbio pastiche de mantillas y peinetas, repleto de todos los tópicos habidos y por haber, aunque, al mismo tiempo, con un cierto toque reivindicativo por lo que tiene de alegato a favor de la libertad de expresión tanto de la mujer como de las clases subalternas.
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