martes, 4 de junio de 2019

Sé natural: la historia no explicada de Alice Guy-Blaché (2018)




Título original: Be Natural: The Untold Story of Alice Guy-Blaché
Directora: Pamela B. Green
EE.UU., 2018, 103 minutos

Sé natural: la historia no explicada de Alice Guy-Blaché (2018)
de Pamela B. Green


"¿Cómo es posible que jamás haya oído hablar de ella?" Quienes tienen noticia por vez primera de la cineasta francesa Alice Guy (1873–1968) se suelen hacer de inmediato esta misma pregunta. Porque tratándose de una de las pioneras de la historia del cine, con una filmografía en su haber (según consta en IMDb) de cuatro cientos cuarenta y cinco títulos como directora, difícilmente se puede concebir que una figura de tal calibre haya caído en el olvido.

Concebido, como el aclamado Searching for Sugar Man (2012) de Malik Bendjelloul, con el firme propósito de rehabilitar la memoria del personaje motivo de interés, el documental adquiere la estructura de una investigación en toda regla, abrumadoramente frenética tanto en su desarrollo como en el enorme volumen de información que se condensa. Así pues, la voz en off de Jodie Foster, narradora y productora ejecutiva del proyecto, irá desglosando los pormenores de la azarosa trayectoria de una mujer cuya carrera arranca en el París de los Lumière para continuar, a partir de 1910, en la incipiente industria americana.



Tal y como señalan algunos de los numerosos testimonios que participan en Be Natural: The Untold Story of Alice Guy-Blaché, sería posible establecer un paralelismo entre la efervescencia creativa de aquellos primeros años y la actual proliferación de vídeos caseros a través de YouTube. Sin embargo, y así lo confirma el interés que suscitó su obra entre cineastas de la talle de Eisenstein o el propio Hitchcock, Alice Guy se avanzó a su tiempo al apostar por métodos que hoy se nos antojan de lo más moderno. Como aquel lema que mandó escribir en las paredes de los estudios Solax en Fort Lee (Nueva Jersey) y del que este documental toma su título: "Sé natural", en alusión a la actitud que Guy recomendaba adoptar a sus intérpretes en una época, la del cine mudo, tan dada a las poses grandilocuentes frente a la cámara.

Lo que vino después responde a los parámetros habituales en un mundo hecho a medida de los hombres: un matrimonio (con su socio Herbert Blaché) que hace aguas, una historiografía (representada por individuos de mente estrecha como Georges Sadoul) que tiende a soslayar la contribución de tantas directoras hasta el punto de atribuir algunos de sus filmes a otros cineastas... En fin: la práctica condena a la invisibilidad, pese al ingente legado que nos dejó y que ahora otra realizadora, Pamela B. Green, se ha propuesto rescatar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario